En Japón hay un amuleto llamado Daruma que podría parecer un objeto decorativo más. No tiene brazos ni piernas, es redondo y su expresión es serena. Esa figura aparentemente sencilla esconde una de las metáforas más poderosas que existen sobre la planificación, la constancia y el compromiso con un proyecto. El Daruma está diseñado para no quedarse en el suelo: cuando cae, siempre se levanta. No porque no tropiece, sino porque está pensado para seguir adelante.
El Daruma no se compra terminado. Se empieza. La tradición marca que, cuando alguien se fija un objetivo importante, se le pinta uno de sus ojos. Ese gesto no es superstición ni folclore, es una declaración de intenciones. Pintar el primer ojo significa asumir un propósito, aceptar el esfuerzo que conlleva y comprometerse con un camino que será largo y exigente. El segundo ojo sólo se completa cuando el objetivo se ha cumplido.
En el mundo hípico, este simbolismo es natural. Ningún caballo se construye en semanas y ningún binomio alcanza el alto nivel sin tiempo, planificación, correcciones y confianza mutua. La equitación es un deporte de procesos largos. Como el Daruma, el progreso no siempre es visible de inmediato.
En los Juegos Ecuestres Mundiales de Aachen 2026, la hípica española necesita su propio Daruma. Necesita marcar un propósito claro y compartido: llegar bien preparada, estructurada y competitiva a la cita más importante del año. No se trata de generar expectativas irreales, sino de construir un proyecto serio, con visión a medio plazo y con los pies apoyados en los estribos de la realidad.
Las disciplinas olímpicas exigen eso: planificación rigurosa, visión de conjunto y una hoja de ruta que no dependa de impulsos ni de soluciones de última hora. Pintar el primer ojo del Daruma ecuestre implica ordenar calendarios, definir prioridades, coordinar equipos técnicos y trabajar con una idea clara de hacia dónde se quiere ir.
En Salto de Obstáculos, la disciplina mayoritaria en nuestro país, la materia prima existe. Hay talento, caballos y resultados que invitan al optimismo. Álvaro González de Zárate ha cerrado el año compitiendo a gran nivel en el cinco estrellas de Londres, respaldado por Armando Trapote que le ha cedido un caballo de primer nivel y que ,junto a «Tornado VS» y el resto de su cuadra, sigue siendo sinónimo de regularidad y competitividad internacional. La última Copa del Mundo celebrada en La Coruña volvió a demostrar que hay nivel. A ellos se suma Mariano Martínez Bastida, el español mejor clasificado en el ranking internacional, además de contar la RFHE con una base de jinetes emergentes. En Salto de Obstáculos, el Daruma ya está sobre la mesa. Falta pintarle el ojo con planificación, continuidad y ambición bien entendida.
La Doma Clásica ofrece también un escenario ilusionante si el trabajo se hace con método. La llegada del entrenador neerlandés Rien van der Schaft aporta experiencia internacional y una visión estructurada del alto rendimiento. ¿Nombres? Beatriz Ferrer-Salat, Borja Carrascosa, José García Mena o Alejandro Asencio. Hay caballos, conocimiento y base suficiente para construir un proyecto coherente si se trabaja con continuidad y criterio.
En Concurso Completo de Equitación, el desafío es mayor. El nivel internacional es altísimo y la profundidad de plantilla, más limitada. Pero incluso aquí el Daruma tiene sentido. Marcar un objetivo realista, trabajar desde ahora y aspirar a algo más que participaciones individuales debería ser el punto de partida. La ilusión existe; el reto es transformarla en estructura, planificación y tiempo.
En los Juegos Ecuestres Mundiales de Aachen, la hípica española necesita su propio Daruma: llegar bien preparada, estructurada y competitiva, sin objetivos irreales, a la cita más importante del año
En Japón hay un amuleto llamado Daruma que podría parecer un objeto decorativo más. No tiene brazos ni piernas, es redondo y su expresión es serena. Esa figura aparentemente sencilla esconde una de las metáforas más poderosas que existen sobre la planificación, la constancia y el compromiso con un proyecto. El Daruma está diseñado para no quedarse en el suelo: cuando cae, siempre se levanta. No porque no tropiece, sino porque está pensado para seguir adelante.
El Daruma no se compra terminado. Se empieza. La tradición marca que, cuando alguien se fija un objetivo importante, se le pinta uno de sus ojos. Ese gesto no es superstición ni folclore, es una declaración de intenciones. Pintar el primer ojo significa asumir un propósito, aceptar el esfuerzo que conlleva y comprometerse con un camino que será largo y exigente. El segundo ojo sólo se completa cuando el objetivo se ha cumplido.
En el mundo hípico, este simbolismo es natural. Ningún caballo se construye en semanas y ningún binomio alcanza el alto nivel sin tiempo, planificación, correcciones y confianza mutua. La equitación es un deporte de procesos largos. Como el Daruma, el progreso no siempre es visible de inmediato.
En los Juegos Ecuestres Mundiales de Aachen 2026, la hípica española necesita su propio Daruma. Necesita marcar un propósito claro y compartido: llegar bien preparada, estructurada y competitiva a la cita más importante del año. No se trata de generar expectativas irreales, sino de construir un proyecto serio, con visión a medio plazo y con los pies apoyados en los estribos de la realidad.
Las disciplinas olímpicas exigen eso: planificación rigurosa, visión de conjunto y una hoja de ruta que no dependa de impulsos ni de soluciones de última hora. Pintar el primer ojo del Daruma ecuestre implica ordenar calendarios, definir prioridades, coordinar equipos técnicos y trabajar con una idea clara de hacia dónde se quiere ir.
En Salto de Obstáculos, la disciplina mayoritaria en nuestro país, la materia prima existe. Hay talento, caballos y resultados que invitan al optimismo. Álvaro González de Zárate ha cerrado el año compitiendo a gran nivel en el cinco estrellas de Londres, respaldado por Armando Trapote que le ha cedido un caballo de primer nivel y que ,junto a «Tornado VS» y el resto de su cuadra, sigue siendo sinónimo de regularidad y competitividad internacional. La última Copa del Mundo celebrada en La Coruña volvió a demostrar que hay nivel. A ellos se suma Mariano Martínez Bastida, el español mejor clasificado en el ranking internacional, además de contar la RFHE con una base de jinetes emergentes. En Salto de Obstáculos, el Daruma ya está sobre la mesa. Falta pintarle el ojo con planificación, continuidad y ambición bien entendida.
La Doma Clásica ofrece también un escenario ilusionante si el trabajo se hace con método. La llegada del entrenador neerlandés Rien van der Schaft aporta experiencia internacional y una visión estructurada del alto rendimiento. ¿Nombres? Beatriz Ferrer-Salat, Borja Carrascosa, José García Mena o Alejandro Asencio. Hay caballos, conocimiento y base suficiente para construir un proyecto coherente si se trabaja con continuidad y criterio.
En Concurso Completo de Equitación, el desafío es mayor. El nivel internacional es altísimo y la profundidad de plantilla, más limitada. Pero incluso aquí el Daruma tiene sentido. Marcar un objetivo realista, trabajar desde ahora y aspirar a algo más que participaciones individuales debería ser el punto de partida. La ilusión existe; el reto es transformarla en estructura, planificación y tiempo.
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