El día de Nochebuena la actividad fue frenética en Ferraz. El PSOE aún se lamía las heridas por el desastre electoral en Extremadura, pero la crisis todavía podía ir a peor. Tras la dimisión en diferido de Miguel Ángel Gallardo como secretario general, los socialistas no se podían permitir un vacío de poder, aunque fuese de unos pocos días, en una federación que hasta la hecatombe del domingo pasado había ganado 10 de los 11 comicios autonómicos en la comunidad. Había que pasar pantalla cuanto antes y evitar transmitir una nueva muestra de debilidad. Y menos aún ante el horizonte electoral ideado por el PP para el primer semestre de 2026, plagado de curvas para los socialistas en Aragón, Castilla y León y Andalucía. El premio de consolación en el círculo de Pedro Sánchez, donde apelan a los 146 años de historia del PSOE para relativizar los últimos golpes, es que los barones populares también se arriesgan a dejarse pelos en la gatera si se confirma el crecimiento de Vox y aumentan su dependencia de la ultraderecha.
Los socialistas pasan página al desastre en Extremadura con una gestora de consenso. Alegría encara el adelanto en Aragón con el apoyo de su federación mientras la tensión subyace en Castilla y León, donde el PP gobierna desde 1987
El día de Nochebuena la actividad fue frenética en Ferraz. El PSOE aún se lamía las heridas por el desastre electoral en Extremadura, pero la crisis todavía podía ir a peor. Tras la dimisión en diferido de Miguel Ángel Gallardo como secretario general, los socialistas no se podían permitir un vacío de poder, aunque fuese de unos pocos días, en una federación que hasta la hecatombe del domingo pasado había ganado 10 de los 11 comicios autonómicos en la comunidad. Había que pasar pantalla cuanto antes y evitar transmitir una nueva muestra de debilidad. Y menos aún ante el horizonte electoral ideado por el PP para el primer semestre de 2026, plagado de curvas para los socialistas en Aragón, Castilla y León y Andalucía. El premio de consolación en el círculo de Pedro Sánchez, donde apelan a los 146 años de historia del PSOE para relativizar los últimos golpes, es que los barones populares también se arriesgan a dejarse pelos en la gatera si se confirma el crecimiento de Vox y aumentan su dependencia de la ultraderecha.
La secretaria de Organización del PSOE, Rebeca Torró, resuelta a calmar las aguas en la federación extremeña, una olla a presión desde la elección sin primarias de Gallardo como candidato pese a su procesamiento por haber enchufado presuntamente al hermano de Pedro Sánchez, logró cerrar una gestora de consenso y con todas las sensibilidades internas representadas. José Luis Quintana, delegado del Gobierno en Extremadura y de la máxima confianza del presidente —Sánchez inició a finales de 2013 en Don Benito, el municipio del que Quintana era entonces alcalde, su relación afectiva con la militancia socialista siete meses antes de las primeras primarias en que fue elegido secretario general—, presidirá el órgano transitorio que coordinará la actividad del partido en la región hasta la celebración del congreso regional extraordinario.
La elección de Quintana y el reparto equitativo de los otros siete componentes de la gestora, que el PSOE divulgó a menos de tres horas del discurso del Rey, contribuyó a desinflamar la tensión a flor de piel por la rivalidad entre las ejecutivas provinciales de Cáceres y Badajoz. “La gestora es correctísima y su presidente, prudente y ecuánime “, resumen en la cúpula cacereña. “José Luis representa al PSOE de siempre, clásico. Pensará lo mejor para la federación. Y eso va a hacer más fácil que afrontemos el duelo”, comparte una dirigente pacense.
La atención y cuidado a una federación sin la que el PSOE no se entiende es un mensaje en sí mismo. Pero ha habido más, y con repercusiones para toda España. Lo primera que ha hecho la gestora extremeña ha sido formalizar el rechazo a facilitar la investidura de María Guardiola con la abstención de la bancada socialista. Su defensor, el expresidente regional Juan Carlos Rodríguez Ibarra, se quedó solo. Las presiones que puedan surgir en la misma línea en las próximas citas electorales se encontrarán con la misma negativa de Ferraz y las federaciones interpeladas: el PP ya ha gobernado con Vox en cinco comunidades —donde el partido de Santiago Abascal fue el que decidió salirse en el verano de 2024, aunque ya ha hecho gala de su influencia imponiendo su discurso contra la inmigración y el cambio climático en la investidura de Juan Francisco Pérez Llorca en la Comunidad Valenciana— y lo sigue haciendo en más de un centenar de localidades.
La cúpula del PSOE también se ha reseteado. Torró ha dado otro golpe de autoridad esta semana yha reestructurado el área de Organización con el beneplácito de Sánchez y con la unanimidad de la ejecutiva federal. El movimiento principal es la promoción de la riojana Elisa Garrido, que se incorpora como la tercera adjunta a Organización, al frente de Coordinación Territorial. Anabel Mateos, la responsable hasta ahora, se encargará de Transparencia y Acción Democrática, un área de menor relevancia. La interpretación que se hace en Ferraz es que la decisión responde a la influencia creciente que estaba adquiriendo Antonio Hernando, pareja de Mateos y que en julio entró en la dirección federal como vocal. Un cargo orgánico muy por debajo de su ascendente: está encima del seguimiento de los frentes judiciales y dispone de un despacho en la quinta planta de la sede del PSOE, reservada al área de Organización y gerencia. Enma López también sale reforzada de la remodelación: la portavoz adjunta asume la Secretaría de Estudios y Programas, vacante desde la renuncia repentina de Javier Izquierdo en plena oleada de escándalos de acoso en el PSOE.
Desde entonces, el principal partido del Gobierno ha tenido dos semanas de tregua en ese frente, mientras al PP le estallaban dos casos en la recta final de la campaña extremeña. Pero el pasado siempre vuelve. José Tomé anunció el 10 de diciembre su dimisión como presidente de la Diputación de Lugo tras unas acusaciones de acoso sexual. Sin embargo, por el momento continúa como presidente en funciones de la institución. Tomé ha renunciado como secretario provincial del PSOE, pero ya ha dejado claro que seguirá como diputado no adscrito en la Diputación, donde deshace el empate entre el PP y el bipartito de socialistas y BNG. La federación gallega y los nacionalistas le han exigido sin éxito que entregue sus actas. El secretario general del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, espera sofocar el incendio interno con un cónclave extraordinario en enero después de haber reconocido que conocía acusaciones de acoso sexual contra Tomé desde octubre y de la dimisión de la secretaria de Igualdad de la federación por la gestión del caso.
La marejada en Galicia contrasta con el control de Pilar Alegría en Aragón. A diferencia de Gallardo, la exministra quiso contar con el aval de su federación tras el adelanto electoral convocado por Jorge Azcón para el 8 de febrero. No se presentó ninguna otra candidatura en un proceso de primarias que se resolvió en una semana. Las listas sí han generado algo de revuelo tras la renuncia de cinco cargos de la órbita del expresidente Javier Lambán, muy crítico con Sánchez, por no ir en puestos de salida. La tesis de que ha habido una purga la desmonta la presencia de Darío Villagrasa como número dos por la provincia de Zaragoza tras la candidata. Villagrasa fue el último secretario de Organización de Lambán y Alegría lo integró en su equipo después de que se retirase del proceso de primarias a la secretaría general. Muy aparatera y conocedora del mundo orgánico, Alegría cuenta en las listas con los secretarios provinciales de Zaragoza, Huesca y Teruel. En una comunidad acostumbrada a las coaliciones de gobierno, en la dirección de Alegría replican ante las bajas expectativas que Lambán fue investido presidente en 2015 tras obtener el peor resultado del PSOE en la comunidad (18 escaños en unas Cortes con 67). En 2023 perdió el Ejecutivo con 23 diputados, cinco menos que el PP e inalcanzable con el apoyo, ahora roto, de los siete de Vox.
La siguiente cita en las urnas, en marzo en Castilla y León, donde el PP gobierna de forma ininterrumpida desde 1987, dibuja un escenario más convulso para los socialistas. Ferraz asegura que según sus datos podrían ganar las elecciones, pero no bastaría para gobernar. Mientras, la federación es un volcán orgánico latente, como demostraron las votaciones en las agrupaciones de los aspirantes a las listas autonómicas. Nuria Rubio, vicesecretaria general de la federación, no fue la más votada en su agrupación de la ciudad de León. Lo mismo le sucedió en la suya a Daniel de la Rosa, secretario de Organización y exalcalde de Burgos. Rubio fue la más votada en el resto de asambleas en su provincia y es de la cuerda de Javier Cendón, el secretario provincial. Sus críticos le reprochan que durante los últimos cuatro años, hasta la caída de Santos Cerdán en junio, fue uno de los pocos diputados inseparables del ex secretario de Organización en el Congreso y aprovechó esa cercanía en clave interna. Un ejemplo: en las jornadas que el PSOE organizó el 25 y 26 de octubre en León —el primer día solo acudieron unas 150 personas— no fue invitado a participar el alcalde de la ciudad, José Antonio Díez, uno de los pocos regidores de capitales de provincia socialistas. Díez, que es además el secretario general de la agrupación local, una de las diez más grandes de España, decidió no asistir.
El resultado en Aragón y Castilla y León condicionará el ánimo con el que el PSOE llega a las andaluzas, donde los presagios también son negativos. María Jesús Montero aguarda a que Juan Manuel Moreno convoque para volcarse en la campaña y dejar de compaginar sus funciones múltiples en el Gobierno y en Ferraz con el reto añadido de presentar los Presupuestos y la quita de la deuda. Un análisis cada vez más compartido en las federaciones socialistas es que si los dos primeros asaltos de 2026 les van mal quizás Sánchez hará coincidir las generales con las andaluzas, aunque el presidente ha repetido hasta la saciedad que las generales no serán hasta 2027. La incógnita que no ha despejado es si antes o después de las municipales y autonómicas de mayo, tras desechar la idea de un superdomingo electoral.
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