—Que diga toda la verdad.
Comienza la vista oral en Madrid contra una mujer acusada de matar a un hombre por motivos económicos y que estuvo investigada en otro crimen
—Que diga toda la verdad.
—María José, por favor compórtese— responde la magistrada.
—Todo contra mí, de eso nada.
—Esto no es un debate, como siga hablando me hará tomar medidas que no quiero.
María José B., de 52 años, es la mujer que está acusada de asesinar a Gabriel E., un marino mercante de 62 años con problemas de adicciones, cuyo cuerpo fue hallado en un descampado del Ensanche de Vallecas quemado y sin dedos ni dientes, en agosto de 2021. A su lado Edward M. el hombre que, presuntamente, la ayudó a trasladar el cuerpo en el maletero de un Ford Focus de color verde botella. Este martes se ha celebrado la segunda sesión del juicio por este crimen, tras la selección de los nueve miembros del jurado que deberán decidir si son culpables o inocentes. María José también estuvo investigada por su colaboración en otro homicidio en ese mismo año.
La mujer ha interrumpido varias veces a la fiscal, a la policía que dirigió la investigación del homicidio e incluso a su abogada. Cuando la prensa ha entrado a la sala para tomar imágenes de los primeros minutos de la vista, se ha escondido tras una cortina. Además, se ha tapado la cara y ha exclamado “¡Ay!“, cuando se ha proyectado en la sala la fotografía del cadáver, calcinado y con la dentadura arrancada. “En 18 años en homicidios puedo decir que esto se hizo claramente para dificultar su identificación”, ha expresado la policía que investigó el caso. La cabeza estaba envuelta en cortinas y papel film. María José se ha tapado la cara ostentosamente cuando las fotos del cuerpo se han proyectado.
A pesar de las cautelas, el grupo VI de homicidios le puso nombre a ese cuerpo encontrado a la sombra bajo un árbol en la calle Cerro del Murmullo de Madrid el 29 de agosto de 2021. “Estoy viendo un posible incendio, en un descampado… Ah, pero mira, parece que se está apagando solo”, dijo una mujer al 091 esa mañana. Cuando llegaron, los bomberos descubrieron los restos humanos aún con fuego en la espalda. Era el final de Gabriel E. un hombre nacido en Ferrol, marino de profesión, que pasaba la mitad del año embarcado porque trabajaba para una empresa de transporte de hidrocarburos.
El hombre cobraba 7.500 euros al mes, pero por una deuda con la Seguridad Social siempre pedía que le ingresaran la nómina en cuentas que no estaban a su nombre. Entre ellas, la de María José. “Pero siempre tenía problemas porque le engañaban, se quedaban con su dinero, no le daban todo…”, ha explicado la policía. Entre enero y septiembre de 2021, la mujer ingresó 62.044 euros de la nómina del hombre.
El 26 de agosto de 2021, Gabriel llegó a Madrid Barajas proveniente de Malta para comenzar su estancia de seis meses en suelo firme. María José acudió en Uber al aeródromo a buscarlo. “Ahora fiesta y mucha pasta”, escribió a otra amiga por Whatsapp nada más aterrizar. La policía cree que este es el último mensaje que redactó antes de ser asesinado. Según los testimonios de sus allegados, la víctima tenía problemas de adicciones y podía gastarse 10.000 euros en una sola noche.
Gabriel y María José llegaron hasta el centro de estética de la mujer ubicado en Torrejón de Ardoz y nunca salió con vida de ahí, como sostiene la policía. Para ello se basa en numerosas pruebas, principalmente imágenes de cámaras de videovigilancia y el posicionamiento de los móviles. El del hombre jamás se movió del área del centro estético desde el día 26 de agosto hasta el 2 de septiembre, cuatro días después del hallazgo de su cadáver.
Según la reconstrucción policial, ambos discutieron en el sótano del centro de estética y ella lo mató. La autopsia reveló un fuerte golpe en la cabeza que, si bien no fue mortal, sí que debió de dejarlo muy aturdido. El registro telefónico de María José refleja varias llamadas a hombres. Hasta que finalmente dio con Edward M., el otro acusado del caso, aunque solo como cómplice. La mujer lo señala a él como el asesino. Cuando la abogada de María José ha defendido esa tesis, Edward, que ha permanecido tranquilo durante la vista, ha girado su cara bruscamente hasta la acusada. “Tenemos al asesino sentado como encubridor. A ella le servía más vivo que muerto”, ha asegurado la letrada.
Mientras que las pruebas contra ella parecen contundentes, los indicios contra él son menores. Edward acumula detenciones por tráfico de drogas y organización criminal y se le intervinieron varios teléfonos encriptados. “Conoce perfectamente las técnicas policiales y sabe que lo más preciado es el móvil, por eso no pudimos identificar el que utilizaba en ese momento”, ha especificado la agente que lo investigó. “Solo tenemos indicios de su participación en el delito de encubrimiento, aunque estamos convencidos de que participó en el asesinato”, ha sostenido la fiscal.
Lo que sí quedó registrado fue un viaje en Uber de María José hasta las inmediaciones del domicilio de Edward en Alcorcón, dos días previos a la aparición del cuerpo de Gabriel. El conductor del vehículo recordaba perfectamente que la mujer le había ofrecido 450 euros por una hora de alquiler de una furgoneta para transportar “unos muebles”.
“Les aconsejo que tomen notas porque el asunto es complejo”, ha recomendado la magistrada al jurado popular. Lo será porque por delante quedan decenas de testigos, peritos y forenses que desentrañarán este crimen a lo largo de dos semanas. Entre otros indicios, se expondrán las búsquedas que María José hizo en los días posteriores al crimen. “Cuándo acaba una investigación policial”, tecleó en Google.
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