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4 de julio de 2025

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El euro apunta ya a los 1,2 dólares y pone en alerta al BCE

Los banqueros centrales de la eurozona tienen una respuesta predefinida cuando se les cuestiona por la evolución del euro frente al dólar. “No voy a comentar sobre tipos de cambio”, aseguró hace unos días la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en Sintra, donde participó en un debate a cinco con sus homólogos de Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Corea del Sur. “Pero obviamente lo tenemos en cuenta en nuestras proyecciones”, añadió la presidenta, preguntada por si la subida de la divisa podría contrarrestar los esfuerzos del banco por suavizar la política monetaria. No obstante, pocas horas antes, su número dos, el español Luis de Guindos, afirmaba abiertamente que, si bien los niveles actuales “podemos pasarlos por alto”, más allá de la cota de 1,20 dólares por euro, la situación “sería mucho más complicada”.

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 Las actas del consejo del banco muestran un creciente debate sobre el impacto de las divisas, mientras los analistas creen que tendría margen para bajar tipos  

Los banqueros centrales de la eurozona tienen una respuesta predefinida cuando se les cuestiona por la evolución del euro frente al dólar. “No voy a comentar sobre tipos de cambio”, aseguró hace unos días la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en Sintra, donde participó en un debate a cinco con sus homólogos de Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Corea del Sur. “Pero obviamente lo tenemos en cuenta en nuestras proyecciones”, añadió la presidenta, preguntada por si la subida de la divisa podría contrarrestar los esfuerzos del banco por suavizar la política monetaria. No obstante, pocas horas antes, su número dos, el español Luis de Guindos, afirmaba abiertamente que, si bien los niveles actuales “podemos pasarlos por alto”, más allá de la cota de 1,20 dólares por euro, la situación “sería mucho más complicada”.

La cota está a la vuelta de la esquina. La divisa cotizó el miércoles ya por encima de los 1,18 dólares, y en menos de un mes ha subido un 3,5% contra el dólar, cotizando en máximos desde 2021. En el primer semestre, la revalorización de la moneda europea no tiene precedentes, y esta fortaleza tiene el efecto de enfriar la economía: las exportaciones europeas son relativamente más caras en los mercados exteriores (precisamente en un momento de incertidumbre comercial), y las importaciones más baratas. En sus últimas proyecciones económicas, el BCE, que partía de un tipo de cambio en torno a 1,13 dólares por euro (el que había a mediados de mayo), calcula que una desviación del 3% para 2026 provocaría dos décimas menos de inflación y de crecimiento. En las actas de esa reunión, publicadas este jueves, el banco refleja que “el entorno de inflación es más incierto de lo habitual […] la caída de los precios de la energía y un euro más fuerte pueden presionar a la baja la inflación”. Además, asegura que “la apreciación del euro, unida a mayores aranceles, pueden pesar sobre las exportaciones”.

Más que la subida del euro, vinculada en buena medida a un mercado financiero que se fía más de la divisa europea que del dólar, en el BCE inquieta la rapidez del proceso. “Es algo que tenemos que vigilar, quizá en mayor medida la velocidad de la apreciación. Pero no estamos todavía a un nivel donde haya preocupaciones”, indicó este jueves el gobernador en funciones del Banco de Malta, Alexander Demarco. En similares términos se han expresado el finlandés Olli Rehn, el lituano Gediminas Simkus, el estonio Marius Muller o el propio el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel.

En todo caso, como el tipo de cambio no está dentro de las atribuciones del BCE, el margen de maniobra de Lagarde y compañía es limitado. “La intervención unilateral es políticamente inaceptable y no funcionaría”, explican los analistas de ING. “El euro no solo actúa como un arancel adicional que se suma a las tensiones comerciales; también implica el riesgo de que la inflación no llegue al objetivo. Por lo tanto, hay opciones de que el BCE abandone su posición actual y siga bajando tipos”, añaden.

“En torno a los 1,25 o 1,30 dólares por euro se puede generar cierta preocupación”, comenta Mariano Valderrama, responsable de análisis macro de CIMD. “Hay zonas de la economía de la zona euro con porcentajes muy elevados de exportaciones sobre el PIB”. Valderrama no atisba intervenciones agresivas, salvo una revalorización al entorno de máximos históricos —en 2008 llegó a superar los 1,5 dólares—, pero la divisa sí puede desatar guiños del BCE o movimientos en los tipos de interés. “El BCE tiene capacidad de actuar a través de los tipos sin causar desequilibrios; los salarios se han moderado y a algunas economías no les vendría mal un impulso al crédito y el consumo”. JP Morgan también ve margen para bajar tipos si es preciso: “Creemos que los tipos están sesgados hacia la baja, en parte porque creemos que la inflación puede asentarse levemente por debajo del objetivo si vuelven algunas dinámicas previas a la pandemia”, indica la entidad en un informe.

En la fortaleza del euro, de todos modos, coinciden varias fuerzas. Las de corto plazo, principalmente el diferencial de tipos de interés con Estados Unidos, y las de largo plazo, las dudas sobre la política económica de Donald Trump que están provocando la salida de activos desde EE UU a otras áreas, principalmente Europa. “Esperamos más debilidad del dólar” en el segundo semestre, indica UBS en un informe, “después de una caída significativa en la primera mitad del año, el ritmo de nuevas depreciaciones puede moderarse, pero esperamos que la tendencia a largo plazo de desdolarización persista”. “Las preocupaciones macroeconómicas sobre la fortaleza del euro no concuerdan con la opinión de que Europa debería aprovechar este momento del euro global”, indica por su parte ING.

Pero, en el plazo más inmediato, el mercado se está moviendo a partir de las perspectivas económicas y, sobre todo, de tipos de interés. Y estas dependen en gran medida de lo que ocurra de aquí a una semana con los aranceles. Jerome Powell ya ha anticipado que las futuras rebajas de tipos dependerán de cómo los aranceles incidan en la economía y el empleo, y a su vez esos efectos dependerán del nivel y la duración de dichos aranceles. El hecho, eso sí, de que no descartara un recorte de tipos en julio y de que afirmara que, sin aranceles, los tipos ya habrían bajado son dos elementos que han facilitado los recientes récords de la moneda europea.

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