Builder.Ai, una startup fundada en 2016 en Reino Unido que llegó a alcanzar una valoración de 1.500 millones de dólares en su mejor momento, ha rellenado esta semana una solicitud de bancarrota en Delaware, Estados Unidos. En el camino desde su creación hasta su final, esta empresa, dedicada —en teoría— a crear aplicaciones para otras compañías usando inteligencia artificial, deja una poderosa advertencia.
La compañía ha solicitado el concurso de acreedores en Estados Unidos esta semana. En su día, llegó a estar valorada en 1.500 millones de dólares
Builder.Ai, una startup fundada en 2016 en Reino Unido que llegó a alcanzar una valoración de 1.500 millones de dólares en su mejor momento, ha rellenado esta semana una solicitud de bancarrota en Delaware, Estados Unidos. En el camino desde su creación hasta su final, esta empresa, dedicada -en teoría- a crear aplicaciones para otras compañías usando inteligencia artificial, deja una poderosa advertencia.
La idea que llevó a la creación de Builder.Ai nació, según explica la propia firma en su web, de un fracaso. “Había dos ingenieros intentando lanzar una aplicación para compartir fotografías, pero su equipo de desarrolladores les abandonó. Si a ellos les costaba, ¿cómo podía empezar la mayoría de la gente? ¿Era posible hacer que crear software fuera tan fácil como pedir una pizza? ¡Ding! Nace la idea de Builder.ai», relatan.
La premisa era repartir software a los clientes usando inteligencia artificial para crear el código de las aplicaciones que luego les venderían. Lo que precipitó su hundimiento fue, precisamente, cómo intentaron llevar esa premisa a la práctica. El inicio de los problemas se remonta a 2019. Entonces, Wall Street Journal publicó un artículo alertando de que Builder.Ai, entonces llamada Engineer.Ai, en realidad no usaba inteligencia artificial para desarrollar las aplicaciones que prometía.
“La startup Engineer.Ai dice que usa inteligencia artificial para automatizar gran parte del desarrollo de aplicaciones de móvil, pero parte de sus actuales y antiguos empleados advierten que la compañía exagera sus capacidades de inteligencia artificial para atraer clientes e inversores”, arrancaba la noticia.
Ese mismo año, según reporta Times of India, ya había extrabajadores que decían que todo era hecho por un equipo de ingenieros humanos. En 2019, Robert Holdheim, uno de los exempleados, emprendió acciones legales contra Builder.Ai arguyendo que fue despedido después de quejarse de que la tecnología de su empleador “no funcionaba como se anunciaba y no era nada más que humo y espejos”.
La sombra de la sospecha que se cernía sobre las prácticas de Builder.Ai no evitó que la empresa recaudara más de 450 millones de dólares en diversas rondas de financiación a las que acudieron inversores de la talla del fondo soberano de Qatar o Microsoft, pero sí activaron las alarmas en medios como Financial Times.
El periódico publicó una serie de noticias en las que informaba de que el cofundador y entonces consejero delegado de Builder.Ai, Sachin Dev Duggal, estaba siendo investigado en la India por conductas delictivas. A finales de febrero de este año, Duggal dio un paso al lado y dejó el puesto ejecutivo, pasando a autonombrarse como “mago jefe” de la empresa. Con la llegada del nuevo consejero delegado, Manpreet Ratia, el final de Builder.Ai se precipitó.
Según Bloomberg, en el marco de una búsqueda de financiación de emergencia que la empresa llevó a cabo el año pasado, Builder.Ai explicó a los inversores que esperaba obtener unos ingresos de 220 millones de dólares al cierre del ejercicio. La firma financiera israelí Viola Credit lideró esa ronda de financiación que terminó por valorar a Builder.Ai en 1.500 millones de dólares.
La salida de Duggal se produjo en medio de una creciente desconfianza de los inversores. En un intento por recuperarla, Ratia encargó una auditoría de las cuentas de la empresa. Las investigaciones, según detalla la agencia estadounidense, arrojaron que los ingresos que obtuvo Builder.Ai durante 2024 en realidad fueron de cerca de 50 millones de dólares, cuatro veces menos de lo que la firma había dicho a los inversores que ingresaría.
Citando a fuentes con conocimiento directo de la forma de proceder de Builder.Ai y a documentos a los que tuvo acceso, Bloomberg especifica que los ingresos se inflaban presuntamente siguiendo una práctica conocida como “viaje de ida y vuelta”. Esta práctica consiste en que dos empresas se emitan facturas la una a la otra por trabajos que, en realidad, no se llevan a cabo o no valen realmente lo que se dice que se está cobrando. La agencia detalla que entre 2021 y 2024, Builder.Ai y la red social india VerSe Innovation estuvieron intercambiando facturas de cantidades similares. Umang Bedi, cofundador de VerSe, declaró a Bloomberg que era “absolutamente falso” que su empresa hubiera estado incurriendo en estas prácticas.
Tras conocer los resultados de la investigación interna auditada, el acreedor Viola Credit, la firma israelí que lideró la ronda de financiación de 2024, reclamó el control el pasado mes de mayo de 37 millones de dólares que Builder.Ai tenía en cuentas bancarias. Ello supuso la estocada final a la firma. Hace dos semanas, mediante un post en LinkedIn, Builder.Ai anunciaba su intención de pedir el concurso de acreedores.
“En el día de hoy, Engineer.ai Corporation, conocida como Builder.ai, entrará en concurso de acreedores y nombrará un administrador para gestionar los asuntos de la empresa. A pesar de los incansables esfuerzos de nuestro equipo actual y de haber explorado todas las opciones posibles, la empresa ha sido incapaz de recuperarse de los retos históricos y de las decisiones tomadas en el pasado que supusieron una importante presión sobre su situación financiera”, expresó la empresa.
El caso de Builder.Ai recuerda que no todo vale en el mundo empresarial. También, al igual que sucedió con la fiebre de las puntocom, que no todo lo que lleve alusiones a la inteligencia artificial reluce.
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