El fondo de capital riesgo Carlyle busca poner fin a su aventura en Codorníu, la firma catalana de cavas y vinos. Según aseguran fuentes financieras, la firma estadounidense busca asesores para estudiar una posible desinversión de su participación -que se sitúa en por encima del 60%-, así como otros potenciales movimientos estratégicos. La transacción, en todo caso, se encuentra en un estadio muy preliminar. El complejo proceso de venta de Codorníu, salpicado durante meses por las diferencias entre las cinco ramas de la familia Raventós que componían su accionariado, se cerró en junio de 2018 con la entrada del gigante norteamericano.
Busca asesores para estudiar una posible desinversión de su participación mayoritaria, así como otros potenciales movimientos estratégicos

El fondo de capital riesgo Carlyle busca poner fin a su aventura en Codorníu, la firma catalana de cavas y vinos. Según aseguran fuentes financieras, la firma estadounidense busca asesores para estudiar una posible desinversión de su participación, que se sitúa en por encima del 60%, así como otros potenciales movimientos estratégicos. La transacción se encuentra en un estadio muy embrionario. El complejo proceso de venta de Codorníu, salpicado durante meses por las diferencias entre las cinco ramas de la familia Raventós que componen su accionariado, se cerró en junio de 2018 con la entrada del gigante norteamericano.
Carlyle adquirió en su momento la mayoría accionarial del grupo bodeguero, compuesto por más de 200 accionistas, con una valoración de la totalidad de la compañía de 390 millones de euros. Así lo confirmaron las dos empresas en un comunicado. En esa cantidad estaban incluidos 90 millones de euros de deuda y suponía 15 veces los 29 millones de ebitda (beneficio bruto de explotación) con los que preveía cerrar el ejercicio.
Seis años después, la evolución de los números del grupo es más que notable. El grupo bodeguero cerraba su ejercicio fiscal —que va de julio de 2023 a junio de 2024— con un nuevo récord de facturación de 232 millones de euros y un beneficio operativo de 39 millones de euros -un 15% más y récord histórico-, al tiempo que fijaba el objetivo de alcanzar los 50 millones de euros de beneficio neto. El desempeño se celebró en la empresa vitivinícola más antigua de España, en tanto suponía alcanzar los mejores resultados de los últimos diez años. La llegada de Carlyle puso fin a un tormentoso ciclo de desavenencias familiares en la histórica compañía.
Codorníu tenía 26 millones de euros de ebitda en el momento de la adquisición por parte de Carlyle. Hoy en día, esa cifra se ha duplicado y la meta de los 50 millones aparece en el plan de ruta que se marcó Sergio Fuster (Gandia, 50 años) al asumir el despacho de consejero delegado de Codorníu. El ejecutivo estaba en Kellogg’s cuando Carlyle lo fichó para que asumiera el mando de la que se conoce como “la Casa del cava”. El año pasado, en una entrevista a EL PAÍS evitaba poner fecha de caducidad a su ciclo en Codorníu: “Aquí, lo mismo que en cada trabajo en el que he estado, planeo como si fuera a estar toda la vida. Después, las circunstancias cambian”. Ha llegado el momento en el que las circunstancias parece que empiezan a cambiar.
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