21 de marzo de 2025

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Cinco claves para entender las palabras malditas de la nueva hoja de ruta de la Fed

Dos palabras compitieron por eclipsar el resto de los mensajes en la rueda de prensa de este miércoles en la que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, intentó trazar la hoja de ruta de la política monetaria del banco central. “Incertidumbre” y “transitoria”. La primera se aplica a la situación económica. La segunda, a la inflación. Ambas son palabras malditas, por diferentes motivos. Hay una tercera palabra maldita (de pesadilla, más bien) que también ha sonado en la sede de la Fed, pero en voz baja.

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 La “incertidumbre” provoca un deterioro de las previsiones económicas, pero el banco central mantiene la tesis de que la inflación será “transitoria”  

Dos palabras compitieron por eclipsar el resto de los mensajes en la rueda de prensa de este miércoles en la que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, intentó trazar la hoja de ruta de la política monetaria del banco central. “Incertidumbre” y “transitoria”. La primera se aplica a la situación económica. La segunda, a la inflación. Ambas son palabras malditas, por diferentes motivos. Hay una tercera palabra maldita (de pesadilla, más bien) que también ha sonado en la sede de la Fed, pero en voz baja.

1. La economía pierde fuelle: “Incertidumbre”

Powell se las prometía muy felices con su aterrizaje suave de la economía estadounidense. No llegó nunca a cantar victoria, pero ya se veía casi en la pista de aterrizaje. Y en eso Donald Trump volvió a la Casa Blanca provocando toda clase de turbulencias. El objetivo de lograr controlar la inflación sin pérdidas de empleo ni una recesión en toda regla es ahora más difícil. En lo cualitativo, la novedad más destacada del comunicado del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de este miércoles fue esta: “La incertidumbre en torno a las perspectivas económicas ha aumentado”. En su rueda de prensa, Powell insistió en el mensaje: “En la situación actual, la incertidumbre es notablemente alta”. La incertidumbre es una palabra maldita para la economía y ya está pasando factura. Los miembros de la Reserva Federal han rebajado su previsión de crecimiento del producto interior bruto desde el 2,1% al 1,7% para este año. La primera economía del mundo pierde fuelle.

2. Más inflación, pero “transitoria”

Los miembros de la Reserva Federal revisaron también sus previsiones de inflación. Elevaron su proyección del índice PCE (un deflactor de los gastos de consumo personal que la Fed usa como referencia de inflación) desde el 2,5% al 2,7% para cierre de 2025. Powell admitió el efecto de la errática política comercial de Trump sin criticarla. “Creemos que la inflación ha empezado a subir ahora, en parte como respuesta a los aranceles, y puede que se produzca un retraso en el progreso adicional en el transcurso de este año”, explicó.

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, durante la rueda de prensa de este miércoles.

Al admitir que “una buena parte” del deterioro de las previsiones de inflación proviene de los aranceles, abrió el debate sobre la respuesta adecuada en términos de subidas de tipos: “Como he mencionado, puede darse el caso de que sea apropiado a veces pasar por alto la inflación si va a desaparecer rápidamente sin que nosotros hagamos nada, si es de carácter transitorio”. La otra palabra maldita. Interpretar la inflación como transitoria en la recuperación de la pandemia fue el gran error del banco central años atrás. Powell se cubrió un poco, al señalar que el escenario base es que la inflación provocada por los aranceles no se enquiste, pero que permanecerá atento por si ocurre lo contrario: “Realmente no podemos saberlo. Vamos a tener que ver cómo funcionan realmente las cosas”.

3. ¿Una nueva hoja de ruta? “Estanflación”

Menos crecimiento y más inflación. Las dos cosas suenan mal y marcan la nueva hoja de ruta del banco central, en la que losriesgos de recesión han “aumentado, pero no son altos”, según Powell. El presidente de la Reserva Federal no ve riesgo real de estanflación, pero esa sería la tercera palabra maldita, casi peor que las dos anteriores juntas. Que suene, aunque sea poco, ya condiciona el devenir de la política monetaria.

Powell ha repetido su frase de que hay que distinguir entre “las señales y el ruido” para conjurar ese escenario de pesadilla para un banco central, que se vivió por última vez con toda crudeza en la década de 1970, pero que el presidente de la Fed descarta ahora: “No veo ninguna razón para pensar que estamos ante una repetición de los años 70 o algo por el estilo. La inflación subyacente sigue rondando el 2%, con probablemente un pequeño repunte asociado a los aranceles. Así que no creo que estemos enfrentándonos a una situación que sea remotamente comparable a aquello”. En mayo fue más gráfico: “No veo ni la estan ni la flación”, dijo entonces.

Lo curioso es que las dos fuerzas, menor crecimiento y mayor inflación, se anulan entre sí y la nueva hoja de ruta, en términos de rebajas de tipos, es la misma que había hasta ahora. Dos recortes de un cuarto de punto este año, hasta el 3,75%-4% y otros dos el próximo. Pero mientras antes se esperaban rebajas de tipos por las buenas razones (la inflación parecía casi controlada), ahora las que asoman parecen más bien derivadas de las malas (el crecimiento pierde fuelle).

Aunque la mediana sea la misma, ahora son más los miembros de la Reserva Federal que no prevén este año rebajas de tipos (cuatro) o solo un recorte de 25 puntos básicos (otros cuatro). Hay nueve que prevén los dos citados recortes y dos que incluso proyectan tres rebajas de 25 puntos básicos.

La interpretación de ese mapa difiere entre los analistas. “El listón para recortar los tipos en respuesta a los signos de debilidad económica es mucho más alto en el entorno económico actual. Creemos que los riesgos para el crecimiento son exagerados y que la inflación impedirá cualquier relajación de la política monetaria a corto plazo”, opinan en Oxford Economics. “Prevemos que la Reserva Federal mantendrá la política actual durante más tiempo de lo que los funcionarios prevén actualmente, y que el próximo recorte de tipos no se producirá hasta diciembre”, añaden.

La lectura de Citi es la opuesta: “En nuestras proyecciones, la tasa de desempleo sorprenderá al alza a la Reserva Federal, el PCE subyacente sorprenderá a la baja y la Reserva Federal aplicará más de los 50 puntos básicos de recortes que ha anunciado hoy”, señalan.

El mercado, sin demasiada convicción, parece apostar por uno primer recorte en junio y uno o dos más en el segundo semestre, según las probabilidades implícitas en los mercados de futuros recogidas por la herramienta Fedwatch de CME.

4. Powell evita el choque con Trump

El presidente de la Reserva Federal señaló a los aranceles como causantes del deterioro en las expectativas y previsiones de inflación. “Tienden a reducir el crecimiento, tienden a aumentar la inflación”, dijo sobre los aranceles, pero rehuyó el enfrentamiento. No solo porque considera que su efecto inflacionario será “transitorio”, sino porque evita juzgar su idoneidad como decisión política.

Por otro lado, tras el polémico y cuestionado despido por parte de Trump de dos consejeros de la Comisión Federal de Comercio (FTC), una agencia independiente, le preguntaron si el presidente podría hacer lo mismo con él. Powell rechazó hacer una nueva proclamación explícita al respecto, remitiéndose a sus declaraciones de noviembre, cuando subrayó que la ley no permitía a Trump destituirle antes de tiempo. “Respondí a esa pregunta en esta misma sala hace algún tiempo, y no deseo cambiar esa respuesta y no tengo nada nuevo que decirles al respecto hoy”, contestó este miércoles.

El presidente de la Fed tampoco quiso dar su opinión sobre una propuesta del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk. “No es apropiado que especule sobre ideas políticas o sobre política fiscal, así que voy a pasar por alto esa pregunta”, dijo Powell.

5. Freno en la reducción del balance

Aparte de mantener los tipos, el banco central frena el ritmo de reducción de su balance, al pasar los vencimientos de títulos de deuda de su cartera que no reinvierte de 25.000 a 5.000 millones de dólares mensuales, en un contexto en que la deuda federal está cerca de su techo legal y hay tensiones en el mercado monetario. Uno de los consejeros de la institución, Christopher Waller, ha votado en contra de esta decisión. Últimamente, a Powell le está costando lograr la unanimidad en las decisiones de su comité de política monetaria. Es el tercer voto discrepante que se produce desde que la Reserva Federal empezó a bajar los tipos en septiembre. Antes de eso, había que remontarse a 2005 para encontrar un voto que no fuese unánime.

La Reserva Federal tiene una cartera de 6,8 billones de dólares en bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas que fue acumulando como parte de su política de estímulo monetario frente a la crisis financiera, primero, y la pandemia, después. La ha ido reduciendo en los últimos tres años. En 2019, la reducción del balance provocó tensiones en los mercados monetarios, obligando a la Fed a volver a comprar activos, así que ahora quiere evitar que esa situación se repita. La liquidez puede verse afectada por el hecho de que la deuda federal está cerca de su límite legal, lo que lleva al Tesoro a usar sus reservas en el banco central. Sin embargo, cuando el Congreso eleve el techo de deuda, el Tesoro recompondrá su posición, lo que puede drenar la liquidez en el mercado. Por eso, la Fed prefiere frenar ella misma la reducción de su balance.

Aunque la medida sea temporal, no deja de ser una forma de relajación monetaria. Eso, y el tono general de la intervención de Powell, provocó una subida tanto de la Bolsa como de los bonos.

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