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Del ladrillo a la IA: el Ibex vuelve a máximos entre ecos de una nueva burbuja

“A veces vemos burbujas”. Michael Burry, el inversor que se hizo millonario al anticipar el colapso inmobiliario de 2008, ha lanzado este viernes un mensaje a los mercados con ecos del pasado. El pasado martes el Ibex 35 alcanzó máximos históricos al borde de los 16.000 puntos, niveles que no tocaba desde noviembre de 2007. Aquella euforia cimentada en el ladrillo y el crédito fácil implosionó junto con un sistema financiero internacional aquejado, también, de sobredosis de confianza, complejidad y deudas. El resultado fue la mayor crisis de la era moderna. Hoy, el índice español renace en un clima de optimismo renovado, pero el eco de la burbuja tiene un nuevo rostro que España observa de reojo: la fe en el poder de la inteligencia artificial (IA).

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 La Bolsa y la economía españolas descansan hoy sobre cimientos más sólidos que en 2007, pero el febril auge de la inteligencia artificial hace saltar las alarmas en el mundo financiero  

“A veces vemos burbujas”. Michael Burry, el inversor que se hizo millonario al anticipar el colapso inmobiliario de 2008, ha lanzado este viernes un mensaje a los mercados con ecos del pasado. El pasado martes el Ibex 35 alcanzó máximos históricos al borde de los 16.000 puntos, niveles que no tocaba desde noviembre de 2007. Aquella euforia cimentada en el ladrillo y el crédito fácil implosionó junto con un sistema financiero internacional aquejado, también, de sobredosis de confianza, complejidad y deudas. El resultado fue la mayor crisis de la era moderna. Hoy, el índice español renace en un clima de optimismo renovado, pero el eco de la burbuja tiene un nuevo rostro que España observa de reojo: la fe en el poder de la inteligencia artificial (IA).

Las señales de alerta entre inversores e instituciones se han multiplicado en las últimas semanas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió de que las acciones de la Bolsa estadounidense cotizan un 10% por encima de lo razonable y expresó su preocupación por la concentración del mercado en apenas un puñado de compañías. Una encuesta de Bank of America refleja que el 54% de los gestores de fondos considera que las acciones tecnológicas están sobrevaloradas. Los analistas de Deutsche Bank (entre muchos otros) se preguntan si el auge de la IA se basa en ganancias sostenibles o si está replicando patrones ya experimentados en el pasado. Son solo un puñado de ejemplos; hoy en las torres de los centros financieros la palabra burbuja es casi tan omnipresente como el término IA.

“Entonces [hace 18 años] el peligro era la deuda privada y la euforia del crédito sin control. Hoy lo es la confianza excesiva en el futuro. Hay empresas valoradas como si fueran a cambiar el mundo, cuando todavía no generan beneficios consistentes. Es una sobrevaloración más sofisticada, pero igual de peligrosa. La diferencia es que el Ibex actual está más diversificado y, en teoría, más preparado para absorber golpes. Pero si el crédito se vuelve más complicado, veremos si realmente aprendimos la lección”, explica Rafael Pampillón, consejero del Colegio de Economistas de Madrid.

La evolución del S&P 500, el principal índice bursátil estadounidense, refleja esos temores. La Bolsa española ha necesitado casi dos décadas para recuperar y superar el terreno perdido desde 2007, si bien en este periodo los inversores han obtenido, vía dividendo, una rentabilidad anual del 4,7%. En ese mismo periodo, el S&P 500 se ha multiplicado por más de diez veces, impulsado por la tecnología. A principios de siglo, las mayores empresas cotizadas de Estados Unidos eran Exxon Mobile (energía), General Electric (industria), Microsoft (tecnología), AT&T (telecomunicaciones) y Procter & Gamble (consumo). Hoy, el dominio de la tecnología es total: Nvidia, Microsoft, Apple, Alphabet y Amazon lideran la Bolsa con valoraciones de billones de euros propulsadas por la IA.

Evolución del S&P 500 (Líneas)
Evolución del Ibex (Líneas)

Los expertos alaban la transición que ha logrado la Bolsa estadounidense desde la vieja economía hacia la nueva. Pero también expresan su preocupación porque el sector tecnológico estadounidense representa ya cerca del 35% de la capitalización total del mercado y las subidas en Bolsa parecen no tener fin. Los inversores arriesgan mucho, apostando fuerte en un mercado cuya baraja aún está por repartirse

El Ibex frente al espejo

Aunque el paralelismo con la situación previa a la crisis financiera es evidente, hay matices. El Ibex parte ahora del mismo nivel que en 2007, pero los expertos consultados puntualizan que se apoya sobre una estructura muy distinta. En los primeros años del siglo, el mercado español reflejaba una economía hiperdependiente del sector inmobiliario, que construía más casas de las que se podían comprar (ahora, según los expertos, se hacen demasiado pocas). También por una banca envalentonada que concedía crédito por encima de sus posibilidades tirando de una financiación extranjera que se secó: una vez que saltaron las alarmas y se cerró el grifo del crédito, los bancos se vieron sin dinero para hacer frente a la morosidad de un país hipotecado para comprar viviendas. La Bolsa parecía una réplica de la burbuja española. Pero en los últimos 18 años, la estructura ha dado un giro.

Las mayores empresas cotizadas del Ibex (Tabla)
Las mayores empresas cotizadas del S&P 500 (Tabla)

“Los cimientos son sólidos. Comparado con Estados Unidos y Europa o el Reino Unido, el Ibex cotiza con múltiplos bajos. También es destacable que en aquella época las empresas cotizaban en máximos, pero acumulaban importantes deudas en su balance. En la actualidad, los máximos del Ibex vienen marcados por unos niveles de beneficios y dividendos que se sustentan sobre menos riesgo que en aquel momento”, explica Miguel Artola, doctor de la Universidad Carlos III de Madrid.

La composición de la Bolsa española muestra una aparente continuidad. En 2007, las mayores compañías cotizadas eran Telefónica, el Santander, el BBVA, Endesa y Repsol. Hoy, las protagonistas apenas han cambiado de nombre —Inditex, Iberdrola y CaixaBank se han sumado al Santander y al BBVA en la parte alta del índice—, pero el verdadero cambio está en la base. Los bancos han creado huchas milmillonarias para hacer frente a posibles crisis e inyectar dinero en la economía en tiempos de turbulencia. La pandemia fue una primera prueba de que la banca ha pasado de ser un problema en la crisis a una solución. Igualmente, los hogares españoles cuentan con el nivel más bajo de deuda de lo que va de siglo (un 43% sobre el PIB frente al 81% en 2007). Hoy, el índice proyecta la imagen de un país internacionalizado y diversificado, cuya economía es la que más crece dentro de la Unión Europea. La banca se ha saneado, los balances son más sólidos y las empresas han reforzado su presencia global, haciéndolo menos dependiente del mercado interno y el ladrillo.

La paradoja es que el riesgo global vuelve a proceder de un exceso de entusiasmo. No por el ladrillo, sino por los chips y los algoritmos. Los expertos insisten en que la exposición directa del Ibex a la inteligencia artificial es limitada, pero su influencia es innegable: el dinero que entra o sale de la tecnología en Wall Street acaba moviendo también los flujos en Europa. “Un pinchazo en la narrativa de la IA impactaría por vía de flujos y múltiplos, no tanto por beneficios de primera ronda como en Estados Unidos”, apunta Javier Hombría, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).

Riesgo concentrado

En los foros internacionales, los ecos que más resuenan son los de la crisis de las puntocom de los primeros años 2000. Con el auge de internet, muchas compañías orientadas al mundo digital alcanzaron valoraciones astronómicas sin que sus modelos de negocio fueran realmente rentables. No es que internet fuera un fiasco porque la tecnología transformó la economía. El problema fue la sobrevaloración de las empresas, muchas de las cuales desaparecieron tras el estallido de la burbuja. Y aunque la Bolsa española tampoco estaba expuesta directamente a estos valores, cayó un 58% entre marzo del año 2000 y octubre del 2002.

“Desgraciadamente, [un pinchazo de la IA] no nos afectaría de manera directa. Y digo desgraciadamente porque en el Ibex dominan los bancos, las eléctricas y algunas empresas de consumo. Pero me recuerda a la burbuja de los años 2000. Internet ha sido un éxito, lo que ocurre es que hubo una burbuja por una sobrevaloración de las compañías y muchas de ellas desaparecieron. La IA ya está cambiando las cosas y se quedará, pero está claro que hay una burbuja”, añade Xavier Puig, profesor del Máster en Finanzas y Banca de la Universidad Pompeu Fabra.

El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, apuntó esta misma semana que hay una diferencia sustancial con la burbuja de internet, ya que las empresas vinculadas a la inteligencia artificial sí ganan dinero. La cuestión es que el volumen de inversiones que están acometiendo es tan alto que existen dudas de que se puedan rentabilizar. Y aunque las grandes compañías como Apple, Amazon, Facebook o Google cuentan con músculo de sobra para hacer frente a esos desembolsos, son solo la cara visible de una industria con otros eslabones de la cadena más frágiles.

Por poner un ejemplo, OpenAI, la compañía creadora de ChatGPT, planea salir a Bolsa con una valoración de un billón de dólares, lo que supondría el mayor debut bursátil de la historia. Hace apenas un año su valor se calculaba en de unos 157.000 millones de dólares. Se trata de una empresa que todavía no ha ganado dinero: según la prensa especializada, OpenAI perdió 7.800 millones de dólares en el primer semestre del año ingresando apenas 4.300 millones. Un colapso, por lejano que sea, removería al resto de las Bolsas.

El repunte del Ibex que ha permitido revalidar los máximos históricos ha ido de la mano de los bancos, que cuentan con un peso de más del 30% en el índice y han experimentado una inyección de ingresos gracias a la subida de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, incluso los bancos están expuestos a un pinchazo global de la IA. El Banco de Inglaterra ya ha comenzado a investigar la exposición de las entidades financieras británicas a los préstamos destinados a financiar centros de datos, un negocio que crece al calor del auge de la IA, pero que empieza a despertar recelos entre los supervisores.

De momento, la economía avanza y la Bolsa acompaña. El Ibex 35 se mantiene como el índice europeo más alcista del año (sube un 38% en 2025) y ha superado por primera vez en la historia los 16.000 puntos. Igualmente, la fuerza laboral de la inmigración ha permitido a España elevar el PIB por encima de la media Europa. Esa buena marcha de la economía ha provocado que las casas de calificación hayan mejorado la nota de España en los últimos meses, lo que supone un mensaje de confianza por la capacidad del país para hacer frente a sus obligaciones financieras. Pero incluso en este momento de euforia, los inversores no pueden evitar mirar de reojo porque a veces ven burbujas.

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