El propietario del fabricante polaco de trenes Pesa, el fondo estatal de origen también polaco PFR, está dispuesto a compartir su esperada oferta por Talgo con un inversor o inversores españoles. El objetivo, según trasladan fuentes de PFR, es acomodar su propuesta de control a la exigencia de los Gobiernos central y vasco de que se mantenga el carácter español de Talgo.
El inversor público está dispuesto a cumplir las exigencias de los Gobiernos central y vasco para mantener la españolidad de la ferroviaria
El propietario del fabricante polaco de trenes Pesa, el fondo estatal de origen también polaco PFR, está dispuesto a compartir su esperada oferta por Talgo con un inversor o inversores españoles. El objetivo, según trasladan fuentes de PFR, es acomodar su propuesta de control a la exigencia de los Gobiernos central y vasco de que se mantenga el carácter español de Talgo.
“Consideramos a Talgo una empresa muy interesante, con una oferta complementaria a la de Pesa”, afirman. Tanto la cooperación entre compañías industriales, como la entrada en el capital de PFR, “representaría un proyecto de consolidación industrial europea atractivo para la empresa [por Talgo] y para España”.
La opa en ciernes, de la que no se habla oficialmente desde Polonia, sería amistosa, por lo que se busca el visto bueno tanto del consejo de Talgo como de las citadas Administraciones. El éxito de una operación de estas características depende de que el centro de decisión y la fuerza industrial se mantengan en España. Talgo cuenta con dos plantas en este país, localizadas en Rivabellosa (Álava) y Las Matas (Madrid).
Desde Ajuria Enea se ha manifestado el temor a que una opa extranjera termine en la deslocalización de la labor industrial y empleo de Talgo. PFR dice entender, al respecto, “la importancia, para Talgo y España, de preservar su identidad española, por lo que estaría abierta a trabajar para encontrar una solución que garantice un nivel razonable de comodidad para los socios españoles”. En concreto, el fondo polaco de desarrollo está dispuesto a trazar “una asociación estratégica con un inversor institucional local”.
La compañía vasca Sidenor es la baza que defienden los dos Gobiernos que tutelan el esperado cambio de manos de Talgo. El problema es que su oferta solo alcanza el 29,9% del capital en manos del fondo Trilantic, uno de los accionistas de salida de Talgo, y está un 20% por debajo de los cinco euros por título de precio de venta que se ha puesto a esa participación. Para complementar esta opción, se ha ofrecido la inversión de la estatal SEPI y de fondos públicos vascos. Como tercera interesada en liza figura la india Jupiter Wagons. De triunfar cualquiera de estas tres opciones, el plan industrial debe apostar por el fortalecimiento de la capacidad de producción de un fabricante con 4.000 millones de euros en cartera y un reconocido déficit de planta.
El fondo polaco PFR valora la adquisición de Talgo por su especialización en el segmento de la alta velocidad y una oferta complementaria con la de Pesa. El Gobierno de Polonia tiene anunciado un ambicioso programa de inversiones en alta velocidad ferroviaria, ante lo que Pesa tiene ya un acuerdo de colaboración con Talgo desde el pasado mes de septiembre.
PFR tiene contratado el asesoramiento de Société Générale y Baker McKenzie para analizar el balance de la española y las posibilidades de una posible opa, para la que cuenta con sobrada capacidad. Jupiter Wagons, por su parte, ha contratado a Lazard y Eversheds. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ya tumbó un opa el pasado mes de agosto, de manos del consorcio húngaro Ganz Mavag, aduciendo la protección de una empresa estratégica y cuestiones de seguridad nacional. Esa posibilidad de veto de una oferta extranjera decayó la semana pasada al no ser convalidado en el Congreso el decreto ómnibus en que se incluía una prórroga del escudo antiopas que fue articulado ante la caída de valor de las cotizadas españolas por el azote de la pandemia y el impacto de la invasión rusa de Ucrania.
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