Tenía que ganar el Real Madrid, sí o sí, no había otra, porque pesaban demasiados los Clásicos del curso pasado y porque el proyecto de Xabi Alonso necesitaba un fundamento sólido para seguir creciendo. Ya lo tiene, ha roto la mala racha, ya ha superado al Barcelona, lo aleja en la clasificación y, sobre todo, tras la gran primera parte, tiene motivos para creer. Fue un Madrid intenso y eléctrico que fue a todas las batallas y siempre dio la cara, como se vio en ese final lleno de pequeñas peleas, trifulcas y tensión. Todos fueron a defender a los suyos. Xabi sabe que tiene a todo el equipo implicado en pelear de verdad, sin renuncias, por los títulos.
El gesto de Vinicius
Todos. Se supone que también Vinicius, que estuvo torero en la primera parte y gesticulante, absurdo y quejica pasado el minuto 70 de la segunda, cuando vio que Xabi Alonso le sustituía por Rodrygo. Fueron un par de minutos para su leyenda negra, esa que alimenta tanto como la futbolística. Chocó con Rodrygo, evitó encontrarase con Xabi Alonso y se marchó al vestuario sin mirar a nadie más y con gestos. Después volvió al banquillo.
Vinicius había sido clave antes, en la primera parte, cuando el Madrid estuvo orgulloso y volcánico. Tenía que ganar, lo hemos dicho, y se puso a ello con la camiseta de la historia, la que no se rinde y no da un balón por perdido. El Barcelona quería jugar, tener la pelota, bajar las revoluciones y el Real Madrid volaba, explotaba e iba a cada choque como quien le iba la vida (y en parte era cierto). La precisión tecnológica le dejo sin un penalti y sin un gol, pero no pudo hacer nada frente al pase de Bellingham y el remate de Mbappé.
Era justo que el equipo blanco se pusiese por delante. Presionaba más y mejor y hacía más daño. Sobre todo después de la corrección de Xabi Alonso a su propia decisión. Sacó en el centro del campo a Camavinga y a Tchouameni, para llevar a Bellingham a la banda derecha. Lo cambió y el Madrid mejoró en juego, porque en intensidad era imposible.
El Barcelona seguía a su ritmo, superado por la convicción de un rival que tenía muchas cuentas pendientes y al que las palabras de Lamine Yamal habían reforzado. La estrella barcelonista pasó sin pena ni gloria por el estadio blanco, abucheado mucho al principio, olvidado después por su discreto papel y en el medio de la tremenda bronca final, con todo decidido y los madridistas cobrándose las deudas. Aunque quien mejor se la cobró fue Carreras, oktra vez impecable en su marcaje, de vuelta el futbolista superior.
El error de Güler
Pese a su superioridad en actitud, el Real Madrid no se despegó del Barcelona. En parte por los fueras de juego y en parte porque Güler demostró que es un mediocentro en crecimiento, aún con cosas por aprender. Es demasiado pronto para ver en él a Kroos o a Modric. Es una figura en potencia no un futbolista totalmente hecho. Por eso dudó en un balón cerca de su área, que no era nada, pero al dudar un segundo se convirtió en fuego. Cuando se puso a decidir, se encontró rodeado de barcelonistas, por primera vez hambrientos. Ahí nació el gol del empate.
Para el Real Madrid fue un golpe, pero supo recuperarse. Dice mucho de cómo afrontaba mentalmente el partido el equipo de Xabi Alonso. Todo lo que había corrido y robado e ilusionadose fue al traste por un error. Pero siguió y como tiene de regreso al Bellingham goleador, se marchó al descanso con ventaja.
Fue un penalti a favor en la segunda parte lo que cambió un poco al Madrid. Sucedió que Mbappé no lo marcó porque Szczesny se hizo un paradón. Y, tras eso, el equipo de Xabi Alonso sí que se vino un poco abajo.
Y Araújo de delantero
Todo le costaba más, mientras el Barcelona por fin conseguía dormir al rival y el ambiente del estadio, tocar la pelota para ir buscando oportunidades. Pero con la baja de Raphinha, la desaparición de Lamine Yamal y que Ferran apenas dio una bien, el dominio de la situación del Barcelona apenas generó alguna ocasión clara de gol, pese a que Araújo acabó de delantero.
No hubo más. O sí, una bronca final feroz, de dos rivales, ahora sí, que compiten.
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Real Madrid – FC Barcelona: Última hora del Clásico, jornada 10 de LaLiga EA Sports
El equipo de Xabi Alonso se impuso al del Flick en un partido lleno de incidencias y con muchísima tensión al final
Directo
El equipo de Xabi Alonso se impuso al del Flick en un partido lleno de incidencias y con muchísima tensión al final
Tenía que ganar el Real Madrid, sí o sí, no había otra, porque pesaban demasiados los Clásicos del curso pasado y porque el proyecto de Xabi Alonso necesitaba un fundamento sólido para seguir creciendo. Ya lo tiene, ha roto la mala racha, ya ha superado al Barcelona, lo aleja en la clasificación y, sobre todo, tras la gran primera parte, tiene motivos para creer. Fue un Madrid intenso y eléctrico que fue a todas las batallas y siempre dio la cara, como se vio en ese final lleno de pequeñas peleas, trifulcas y tensión. Todos fueron a defender a los suyos. Xabi sabe que tiene a todo el equipo implicado en pelear de verdad, sin renuncias, por los títulos.
El gesto de Vinicius
Todos. Se supone que también Vinicius, que estuvo torero en la primera parte y gesticulante, absurdo y quejica pasado el minuto 70 de la segunda, cuando vio que Xabi Alonso le sustituía por Rodrygo. Fueron un par de minutos para su leyenda negra, esa que alimenta tanto como la futbolística. Chocó con Rodrygo, evitó encontrarase con Xabi Alonso y se marchó al vestuario sin mirar a nadie más y con gestos. Después volvió al banquillo.
Vinicius había sido clave antes, en la primera parte, cuando el Madrid estuvo orgulloso y volcánico. Tenía que ganar, lo hemos dicho, y se puso a ello con la camiseta de la historia, la que no se rinde y no da un balón por perdido. El Barcelona quería jugar, tener la pelota, bajar las revoluciones y el Real Madrid volaba, explotaba e iba a cada choque como quien le iba la vida (y en parte era cierto). La precisión tecnológica le dejo sin un penalti y sin un gol, pero no pudo hacer nada frente al pase de Bellingham y el remate de Mbappé.
Era justo que el equipo blanco se pusiese por delante. Presionaba más y mejor y hacía más daño. Sobre todo después de la corrección de Xabi Alonso a su propia decisión. Sacó en el centro del campo a Camavinga y a Tchouameni, para llevar a Bellingham a la banda derecha. Lo cambió y el Madrid mejoró en juego, porque en intensidad era imposible.
El Barcelona seguía a su ritmo, superado por la convicción de un rival que tenía muchas cuentas pendientes y al que las palabras de Lamine Yamal habían reforzado. La estrella barcelonista pasó sin pena ni gloria por el estadio blanco, abucheado mucho al principio, olvidado después por su discreto papel y en el medio de la tremenda bronca final, con todo decidido y los madridistas cobrándose las deudas. Aunque quien mejor se la cobró fue Carreras, oktra vez impecable en su marcaje, de vuelta el futbolista superior.
El error de Güler
Pese a su superioridad en actitud, el Real Madrid no se despegó del Barcelona. En parte por los fueras de juego y en parte porque Güler demostró que es un mediocentro en crecimiento, aún con cosas por aprender. Es demasiado pronto para ver en él a Kroos o a Modric. Es una figura en potencia no un futbolista totalmente hecho. Por eso dudó en un balón cerca de su área, que no era nada, pero al dudar un segundo se convirtió en fuego. Cuando se puso a decidir, se encontró rodeado de barcelonistas, por primera vez hambrientos. Ahí nació el gol del empate.
Para el Real Madrid fue un golpe, pero supo recuperarse. Dice mucho de cómo afrontaba mentalmente el partido el equipo de Xabi Alonso. Todo lo que había corrido y robado e ilusionadose fue al traste por un error. Pero siguió y como tiene de regreso al Bellingham goleador, se marchó al descanso con ventaja.
Fue un penalti a favor en la segunda parte lo que cambió un poco al Madrid. Sucedió que Mbappé no lo marcó porque Szczesny se hizo un paradón. Y, tras eso, el equipo de Xabi Alonso sí que se vino un poco abajo.
Y Araújo de delantero
Todo le costaba más, mientras el Barcelona por fin conseguía dormir al rival y el ambiente del estadio, tocar la pelota para ir buscando oportunidades. Pero con la baja de Raphinha, la desaparición de Lamine Yamal y que Ferran apenas dio una bien, el dominio de la situación del Barcelona apenas generó alguna ocasión clara de gol, pese a que Araújo acabó de delantero.
No hubo más. O sí, una bronca final feroz, de dos rivales, ahora sí, que compiten.
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Real Madrid – FC Barcelona: Última hora del Clásico, jornada 10 de LaLiga EA Sports
Actualizado a las 19:58
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