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España y Portugal, hacia el liderazgo de la transición limpia

Sol, viento y espacio. Tres factores que sintetizan la ventaja estratégica de España y Portugal en energías limpias —un 20-30% más competitiva que la media europea— y que sirvió de arranque para el evento Step up Now, organizado por McKinsey & Company en colaboración con EL PAÍS el pasado miércoles en el hotel Ritz de Madrid. Bajo la conducción de Aida Bao, periodista de la Cadena SER, esta cita dedicada a la Iniciativa Ibérica de Industria y Transición Energética (IETI) reunió a primeros ejecutivos del sector energético e industrial para conversar sobre competitividad industrial y transición energética a partir de esta “plataforma, no solo de diálogo, sino también de acción”, como la describió Maria João Ribeirinho, socia sénior de McKinsey. Y acción (discursiva) hubo, desde luego.

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Un paraíso de estabilidad

António Leitão Amaro, ministro de la Presidencia de Portugal. 

La presentación de la Iniciativa Ibérica de Industria y Transición Energética (IETI) de McKinsey & Company se clausuró con la intervención de António Leitão Amaro, ministro de la Presidencia de Portugal, quien desglosó la hora de ruta del país vecino en el impulso de su competitividad a partir de diversas fortalezas estratégicas: una abundante producción renovable; el 30% de las reservas europeas de litio, en gran parte sin explotar; una extensa oferta de talento tecnológico propio y atractivas condiciones de vida para captar también el foráneo, así como una ubicación geográfica, en mitad del Atlántico, privilegiada en conexiones internacionales. 
Leitão Amaro destacó especialmente como un “activo fundamental”el oasis de estabilidad que representa Portugal en múltiples ámbitos (económico, financiero, político, jurídico). Además de haber reducido ampliamente su deuda nacional (en un 40% del PIB) los últimos cinco años, “no rompemos contratos; respetamos el Estado de derecho y valoramos el emprendimiento privado”, explicitó. A partir de ahí, y garantizando su compromiso con la sostenibilidad europea, Leitão Amaro advirtió que su Gobierno rechazará “una estrategia de descarbonización que acabe con las empresas; no hay una estrategia de descarbonización a toda costa”. Y avanzó que esta se orientará al abastecimiento de energía para una reindustrialización orientada a desarrollar servicios digitales (como centros de datos) y la inteligencia artificial. 

 La región ibérica tiene la oportunidad de encabezar la conversión energética de Europa hacia un modelo predominantemente sostenible. Ambos países mantienen un gran apuesta por las renovables y cuentan con el apoyo institucional y el talento para comandar un cambio tan rentable como beneficioso para el planeta  

Sol, viento y espacio. Tres factores que sintetizan la ventaja estratégica de España y Portugal en energías limpias —un 20-30% más competitiva que la media europea— y que sirvió de arranque para el evento Step up Now, organizado por McKinsey & Company en colaboración con EL PAÍS el pasado miércoles en el hotel Ritz de Madrid. Bajo la conducción de Aida Bao, periodista de la Cadena SER, esta cita dedicada a la Iniciativa Ibérica de Industria y Transición Energética (IETI) reunió a primeros ejecutivos del sector energético e industrial para conversar sobre competitividad industrial y transición energética a partir de esta “plataforma, no solo de diálogo, sino también de acción”, como la describió Maria João Ribeirinho, socia sénior de McKinsey. Y acción (discursiva) hubo, desde luego.

Ribeirinho dibujó en su presentación un escenario de urgencia para Europa, porque “China ha multiplicado por tres su peso industrial” y los precios energéticos en Europa “son dos y tres veces más altos que en China y Estados Unidos”. A cambio, abrió un frente de oportunidad: “España y Portugal están bien posicionados en el contexto europeo respecto a energía competitiva, fuerza laboral cualificada, estructuras críticas, y con un peso superior respecto al influjo de capital internacional”. Bajo un prisma de optimismo invitó al resto de ponentes a “discutir qué tiene que pasar para capturar esta oportunidad”.

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Recogió el guante Teresa Parejo, directora general de Estrategia Industrial y Pymes del Ministerio de Industria y Turismo, quien ante la compleja reindustrialización que enfrenta Europa, “basada en principios de sostenibilidad, digitalización y autonomía”, esgrimió la ventaja competitiva de España y Portugal en forma de “abundante energía limpia, estabilidad institucional y talento cualificado”. Comporta superar retos estructurales, como “costes energéticos, dependencia tecnológica y necesidad de atraer inversión productiva”, y para ello anunció un nuevo marco regulatorio que impulsará tres ejes de acción hacia 2030, “colocando la transición ecológica en el centro del poder productivo; asegurando el suministro sin caer en el proteccionismo, y fomentando la innovación, la productividad y la inversión”. Parejo tildó de clave la relocalización de sectores críticos (químico, farmacéutico, automoción), la cooperación con las empresas mediante planes industriales sectoriales, así como las alianzas público-privadas a través de nuevos Pertes.

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Esa colaboración público-privada, y especialmente la necesidad de unas condiciones más idóneas para que fructifique, marcaron el primero de los paneles de debate, moderado por Juan Antonio Bahillo, socio de McKinsey, y que reunió a Juan Lladó, CEO de Técnicas Reunidas, Begoña Villacís, directora ejecutiva de Spain DC y Francisco J. Riberas, presidente de Gestamp. Este último reclamó que, frente a planteamientos que priorizan el factor verde, “tenemos que estar convencidos de que la industria es algo bueno, que genera riqueza”, y ante la feroz batalla que existe a nivel mundial, conminó a “ser capaces de ponernos el cuchillo en la boca y pelear”. Reclamó un plan que comprometa al sector industrial y a la Administración, con “medidas que pueden gustar más o menos respecto a aranceles o subvenciones”, y “una financiación adecuada y reglas de juego claras”, que no haga “envidiar entornos que políticamente y en cuanto a libertades no nos interesan, pero que trazan planes a 20 años y los ejecutan”, comentó.

Lladó ahondó en la necesidad de “ponernos las pilas”, ya que para aprovechar la oportunidad ibérica “hemos de decidir primero qué [tipo de industria] queremos tener”, y hacerlo “sin complejos”, en alusión al exceso regulatorio europeo en cuanto a sostenibilidad. “Hay tecnologías para descarbonizar, no siendo ortodoxos, nuestras energías tradicionales”, recordó, y citó como ejemplo la conversión que está realizando Arabia Saudí: de primer productor de petróleo a líder en exportación de amoniaco e hidrógeno “que no es verde, es azul, está descarbonizado al 98%, pero ya compite con el amoniaco tradicional que tenemos aquí”. Villacís, quien recordó que “internet es físico, la nube no flota, es un centro de datos”, reivindicando una tecnología no exenta de controversia por sus consumos hídrico y eléctrico, apostó por una “transición energética sosegada”, que contemple “otras energías que también son verdes”, como hidrógeno o biometano, y que se fundamente en el consenso político y normativas con vocación de permanencia.

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Descarbonización sensata

Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, abrazó esa llamada a la sensatez, “porque en muchos momentos hemos tenido una transición ordenada pero muy insensata”, durante su intervención en el segundo panel de la tarde, junto a Francisco Reynés, presidente ejecutivo de Naturgy; Maarten Wetselaar, CEO de Moeve, y Miguel Stilwell, director ejecutivo de EDP, moderados por David González, socio sénior de McKinsey. Con ánimo provocador, Imaz señaló que “descarbonizar no es el objetivo, sino un objetivo”, y que la verdadera meta es “el desarrollo económico de nuestra sociedad; que la gente tenga empleo, que haya industria, que seamos un país innovador”, sugiriendo descarbonizar aquello que sea compatible con estos objetivos, anteponiendo tecnología a ideología.

Stilwell refrendó previamente esa necesidad de inversión tecnológica en la red eléctrica peninsular, para atender las crecientes peticiones de conexión, “como un data center en Sines de 1,2 gigavatios, que supone el 20% del consumo de Portugal”. Pero “hay que asegurar rentabilidad en esa inversión”, matizó, para poder atraer capital extranjero y que se acometan dichas mejoras.

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Para ello, Reynés apuntó a una reformulación de la colaboración público-privada, en la que lo público “facilita” condiciones de innovación, financiación y tranquilidad, y lo privado “hace”, comprometiéndose a invertir y mejorar. En un contexto en el que “Europa se ha desindustrializado”, insistió en generar un nuevo marco razonable para que se elija “invertir aquí y no allá”, lo que requiere rentabilidad razonable, seguridad jurídica y estabilidad a largo plazo.

Maarten Wetselaar aprovechó esta visión de alcance para destacar la importancia de las moléculas renovables en la descarbonización de ámbitos y procesos industriales (movilidad, cemento, calefacción de hogares) cuya electrificación es difícil o imposible. Para potenciar este mercado aún “extremadamente pequeño”, Wetselaar reclamó más apoyo —“no hay un plan nacional para esto”—, rapidez en la ejecución de programas europeos que ya existen y una mayor ambición ibérica en forma de producción de biocombustibles a gran escala, caso de los proyectos que ya desarrollan Repsol y Moeve en España, “para lo que necesitamos más colaboración público-privada”.

Un paraíso de estabilidad

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La presentación de la Iniciativa Ibérica de Industria y Transición Energética (IETI) de McKinsey & Company se clausuró con la intervención de António Leitão Amaro, ministro de la Presidencia de Portugal, quien desglosó la hora de ruta del país vecino en el impulso de su competitividad a partir de diversas fortalezas estratégicas: una abundante producción renovable; el 30% de las reservas europeas de litio, en gran parte sin explotar; una extensa oferta de talento tecnológico propio y atractivas condiciones de vida para captar también el foráneo, así como una ubicación geográfica, en mitad del Atlántico, privilegiada en conexiones internacionales. 
Leitão Amaro destacó especialmente como un “activo fundamental”el oasis de estabilidad que representa Portugal en múltiples ámbitos (económico, financiero, político, jurídico). Además de haber reducido ampliamente su deuda nacional (en un 40% del PIB) los últimos cinco años, “no rompemos contratos; respetamos el Estado de derecho y valoramos el emprendimiento privado”, explicitó. A partir de ahí, y garantizando su compromiso con la sostenibilidad europea, Leitão Amaro advirtió que su Gobierno rechazará “una estrategia de descarbonización que acabe con las empresas; no hay una estrategia de descarbonización a toda costa”. Y avanzó que esta se orientará al abastecimiento de energía para una reindustrialización orientada a desarrollar servicios digitales (como centros de datos) y la inteligencia artificial. 

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