INTERNACIONAL: El reto de una nueva reunificación alemana. Y europea INTERNACIONAL: El reto de una nueva reunificación alemana. Y europea
“No hay un segundo que perder”. Es el primer análisis y el más certero: “El disparo de aviso no ha podido ser más claro”, escribe el ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung’, reconociendo el fracaso del mandato roji-verde pero también el desnudo desafío del futuro gobierno federal tras las elecciones en Alemania.
Alemania se ha despertado ante el mayor reto desde la reunificación de la nación, hace 35 años; que ya entonces lo había sido también, el mayor desde su división, el mismo número de años antes. Entonces surgió un nuevo patriotismo optimista; ahora un nuevo nacionalismo egoísta: Un “Alemania, primero”, gana más adeptos que nunca; si bien un europeísmo abierto seguirá gobernando a la primera potencia de la Unión Europea.
La nación alemana deberá reunificarse ahora consigo misma, con su alma dividida, su poder con su debilidad, su potencialidad con sus fracasos, su innovación con su atraso, su superioridad con su amilanamiento, su proteccionismo con su mundialismo, su necesidad migratoria con su descontrol, su comodidad y sus temores con el desafío de una Europa emancipada y de un mundo para el que no estaba preparada.
El dirigente conservador Friedrich Merz (CDU), escuálido ganador con apenas un 28,5%, “debe formar gobierno a no más tardar, antes de Pascua”, urge la prensa del día después. En Alemania, la política y el bien común se toman en serio y hay un respeto a la mayoría más transversal, la que atiende a todos: y esa es tanto democristiana y socialdemócrata. Por ello, no se hacen apaños y juegos interesados con nichos de conveniencia, muy especialmente si encima estos son visionarios y antisistema, y del patio de mi casa es particular.
Un consenso occidental de 70 años se ha roto, con una nueva administración atrabiliaria en Washington».
Aunque la Unión Democristiana, ante uno de sus peores resultados, tendrá que formar con el partido saliente y perdedor, sus adversarios socialdemócratas, “no puede caer en la tentación de una política seguidista”, advierte el Frankfurter, “eso sólo seguiría fortaleciendo a la AfD (Alternativa por Alemania)”, el pujante partido nacionalista que, con un 20,8% y su elocuente líder Alice Weidel, ha irrumpido como segunda fuerza política para quedarse.
El SPD del ex canciller Olaf Scholz pierde el gobierno también con una caída histórica (16,4%): Los Verdes (11,6%) que pierden una cuarta parte de su voto, son vistos como rémora y sus imposiciones políticas y energéticas como responsables de la dependencia energética, la pérdida de competitividad y el parón industrial, tradicionalmente un orgullo alemán.
Un canciller Merz será probablemente el más pro-capitalista que haya tenido Alemania nunca, un país donde la cultura conservadora y empresarial tiene siempre también un fuerte componente social. Tras abandonar la política por un par de décadas, derrotado internamente por el centrismo de Angela Merkel, Merz resumió su tesis política bajo la idea “atreverse a un mayor capitalismo” y pasó a incorporarse a una serie de empresas y consejos de administración norteamericanos, incluido el fondo Blackstone.
IMAGEN: Resultados de las elecciones en Alemania. Vanesa Nérida
Nunca ha habido un canciller alemán tan «estadounidense» como Merz
Nunca ha habido hasta ahora un futuro canciller alemán tan “estadounidense” como Merz, que conoce aquel país como pocos, ha presidido el lobby atlantis Atlantik-Brücke y es un reaganista al viejo estilo, pero tampoco ha habido antes un momento más agrio en el trato de EEUU hacia Alemania y hacia Europa, claramente ninguneadas ahora por el antiguo socio atlántico en favor de autocracias como las de Moscú y Pekín.
Un consenso occidental de 70 años se ha roto, con una nueva administración atrabiliaria en Washington. Y, sin más ambages, Merz ha dicho en Múnich que “esto es realmente un cambio de era” respondiendo a los modos desabridos y contaminantes del Vicepresidente estadounidense, “y si no escuchamos ahora el timbre de alarma, puede ser ya demasiado tarde para la Unión Europea”.
IMAGEN: Friedrich Merz. EP
“Friedrich Merz no es alguien realmente muy querido”, reconoce el veterano dirigente democristiano Günther Oettinger, “pero es respetado”. Los financieros no son muy queridos para la sociedad alemana, frente al respeto que en cambio tiene por la industria, y el que Merz pilote su propio bimotor -tras cumplir su sueño de sacarse la licencia- tampoco entusiasma a la austera mentalidad local. Frente a la calma chicha de sus predecesores, Merkel o Scholz, Merz tiene fama de irascible y de no temer asumir riesgos; esto último lo ha demostrado al votar por primera vez una disposición anti-migratoria con la xenófoba AfD.
Sin embargo, su devoto atlantismo, e incluso su confianza en poder entenderse con Trump, han venido desvaneciéndose tras el primer mes de nuevo gobierno en Washington. En un mitin en Hesse Merz ha recusado ahora un “comportamiento autocrático en la cúpula” estadounidense, advirtiendo que es un estilo que podría persistir en el tiempo.
«Tenemos que valernos por nosotros mismos en Europa»
“Nuestra respuesta sólo puede ser que, finalmente, tenemos que volvernos resilientes, capaces de defendernos y de valernos por nosotros mismos en Europa”, alegó Merz, sugiriendo incluso, por primera vez, que Alemania tentaría la posibilidad de “compartir energía nuclear, o al menos seguridad nuclear” con las potencias nucleares europeas, el Reino Unido y Francia, un nuevo tabú que podría derrumbarse en un país bastante anti-nuclear.
“Las diferencias entre Estados Unidos y Europa están adquiriendo una cualidad completamente nueva”, reconoce ahora Mrz. “Ya no se trata sólo de defensa; ahora se trata también de nuestra comprensión básica de la democracia y una sociedad abierta”, añade.
El cambio retórico de Merz muestra el desencanto y los nervios ante un antiguo aliado ahora imprevisible. La cuestión es si el próximo canciller de Alemania logrará proponer un nuevo rumbo, no sólo a la estancada economía y sociedad alemana, sino a la propia UE, que afronta a su vez, como él mismo ante una imparable crecida de la AfD, el ascenso de nacionalismos y alternativas antisistema, apoyados tanto por Rusia como ahora por EEUU, su antiguo aliado hoy nuevo adversario.
Feedzy
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