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14 de mayo de 2025

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INTERNACIONAL | Hacia el cónclave de las adivinanzas: esta vez no hay un Ratzinger ni un Montini

INTERNACIONAL: Hacia el cónclave de las adivinanzas: esta vez no hay un Ratzinger ni un Montini INTERNACIONAL: Hacia el cónclave de las adivinanzas: esta vez no hay un Ratzinger ni un Montini  

A estas horas del día de este jueves, 24 de abril, lo único que se sabe con certeza sobre el próximo cónclave es que los cardenales presentes no serán 135 sino 133: la edad y la salud han hecho que renuncien a asistir el bosnio Vinko Pulji y el español Antonio Cañizares, ex arzobispo de Valencia. Cabe suponer que la ausencia de Cañizares supondrá un voto menos para la opción conservadora. Pero, como casi todo, solo es una suposición.

Lo mismo que en las vísperas de cada cónclave, las ‘quinielas’ que elaboran los vaticanistas bullen por todas partes. También sabemos con certeza que hay, básicamente, dos tendencias, las mismas de siempre, pero esta vez muy marcadas: los conservadores, que tienen su cimiento en la poderosa Curia vaticana y en buena parte de los cardenales estadounidenses, y los progresistas o liberales, que proceden en realidad de todas partes pero muy llamativamente de Hispanoamérica y Asia. Europa, como es tradición, se supone que está dividida entre las dos opciones. Y quizá lo más importante: ninguno de los dos ‘bandos’ tiene un líder claro, un candidato claramente llamativo. Esta vez no hay un Ratzinger ni un Montini; ni siquiera parece que haya un Bergoglio, que fue una relativa sorpresa, como contó él mismo.

Es verdad que los cardenales hispanoamericanos suelen hablar bastante entre ellos (eso fue importante para la elección de Bergoglio en 2013), pero lo mismo hacen muchos de los norteamericanos, los alemanes y hasta los italianos… Para eso están las conferencias episcopales. No parece que signifiquen demasiado esos contactos.

Se suele olvidar algo elemental: la elección del Papa no se hace por votación popular. Votarán solamente 133 personas, muchas de las cuales no se conocen entre sí, proceden de lugares remotísimos (están representados 71 países) y buena parte de ellos ni siquiera hablan italiano, que es el idioma habitual del cónclave

Muchos de los cardenales electores del cónclave, procedentes de 71 países, ni siquiera se conocen entre sí. Algunos no se han visto desde la muerte de Juan Pablo II

Esto quiere decir que la inmensa riada humana que ya se encamina hacia la plaza de San Pedro para despedir al papa Francisco, una multitud que Roma no había visto desde la muerte de Juan Pablo II, quizá influya en algunos de esos 133 ancianos (se considera que un cardenal con menos de 65 años es demasiado joven para optar a la elección, aunque ha habido excepciones) para decantarse por la opción más aperturista, que era la que defendía Francisco. Pero solo quizá. No dejan de ser especulaciones. La correlación de fuerzas entre ambos ‘bandos’ es, ahora mismo, un enigma. Por más que Francisco haya nombrado a más de cien de los 133 electores. Eso ha pasado más veces y rara vez ha sido garantía de nada.

La multitud no vota… y los vaticanistas tampoco

La multitud no vota… y los vaticanistas tampoco. La prueba de que nadie, absolutamente nadie, tiene ni la menor idea de lo que va a pasar es que los “expertos”, sobre todo los italianos, han lanzado un número de nombres increíblemente elevado, mucho más que en los cónclaves anteriores. Se habla de diez, doce, quince, incluso diecisiete cardenales “papables”, lo cual es tanto como no decir nada. Se insiste en los nombres del secretario de Estado, Parolin; del arzobispo de Bolonia y hombre de confianza de Francisco, Zuppi; del patriarca latino de Jerusalén, el también italiano Pizzaballa. 

Además se repiten los nombres del congoleño Ambongo Besungu, de los norteamericanos Cupich y Tobin, del húngaro Erdö (seguramente el más sólido de la opción conservadora), del capuchino sueco Arborelius, del francés Aveline… Y hasta del español Juan José Omella, turolense, arzobispo de Barcelona, algo que a él le hace mucha gracia y que descarta completamente. Su inclusión obedece a que formó parte del importantísimo Consejo de Cardenales: la “guardia de corps” del papa Francisco, por así decir.

Lo esencial es que ya han comenzado las Congregaciones Generales, reuniones diarias importantísimas porque son casi la única ocasión que muchos de ellos tienen para saludarse y cambiar impresiones

Pero cualquier periodista que se haya interesado por los cónclaves sabe esto: las ‘quinielas’ se elaboran copiando lo que dicen otros. Nadie –digamos que casi nadie– tiene información de primera mano ni habla con los propios cardenales, que son los únicos que saben, si es que lo saben, a quién van a votar. Más que ‘quinielas’, son puras adivinanzas sobre lo que finalmente ocurrirá en el cónclave más abierto y enigmático desde el segundo que se celebró en 1978, cuando los cardenales, casi noqueados por el fallecimiento de Juan Pablo I tras un mes de pontificado, acabaron eligiendo a un completo desconocido, Karol Wojtyla.

Los cardenales van llegando a Roma, algo no fácil para bastantes de ellos porque viven en lugares remotos y mal comunicados. Lo esencial es que ya han comenzado las Congregaciones Generales, reuniones diarias importantísimas porque son casi la única ocasión que muchos de ellos tienen para saludarse y cambiar impresiones. Como es tradición, nubes enteras de informadores les abordan allí donde les encuentran todos con la misma pregunta: ¿Qué pasará? Y la respuesta, también casi invariablemente, es la misma: Ya veremos, aún es pronto.

Manejando los hilos en la sombra

Algunos de los expertos más fiables aseguran que, ante un cónclave que podría ser ‘a cara de perro’, con dos opciones irreductibles, hay algunos cardenales muy mayores y muy prestigiosos –el italiano Camillo Ruini y el austriaco Christoph Schönborn– que no entrarán ya en el cónclave, pero que estarían hablando con unos y con otros para dulcificar las cosas y acercar posiciones que ahora mismo parecen lejanísimas. Eso sería una “tercera opción” entre liberales y tradicionalistas. Sí, pero ¿cómo lo saben esos expertos? En principio, ni Ruini ni Schönborn reconocerían jamás esa labor de mediación… salvo que las fuentes de esa ‘noticia’ sean ellos mismos. Pero eso es ya “Vaticano-ficción”.

Teorías conspiranoicas

Hay que escapar de las teorías de la conspiración. Eso de que Donald Trump y su exasesor más peligroso, el neonazi Steve Bannon, estarían presionando a los cardenales norteamericanos y poco menos que comprándoles para amañar el cónclave, no es más que el cuento de la vieja. Es verdad que llevan intentando tumbar al papa Francisco desde el mismo día de su elección, pero ya se ha visto el éxito que han tenido.

Este es, pues, el cónclave de las adivinanzas, quizá más que nunca desde hace casi medio siglo. Como decía Kenneth O’Donnell, asesor que fue del presidente Kennedy: “No hay ningún ancianito sabio” que sepa qué va a ocurrir. Lo único sensato y prudente es esperar.

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