Isabel Díaz Ayuso se ha plantado este lunes en el corazón financiero y jurídico de Londres para proclamar que en España “se quiere meter el miedo en el cuerpo a los que defendemos la libertad y la vida, el Estado de Derecho, la separación de poderes, la verdad de la Historia, la seguridad jurídica, la Constitución y el respeto a las instituciones”. Los invitados al acto, que llevaban media mañana escuchando las atrocidades de Putin en Ucrania o los excesos de Elon Musk en Estados Unidos, han puesto en el mejor de los casos cara de póquer ante tamaña denuncia.
Isabel Díaz Ayuso proclama en Londres que en España “se quiere meter el miedo en el cuerpo a los que defienden la libertad”
Isabel Díaz Ayuso se ha plantado este lunes en el corazón financiero y jurídico de Londres para proclamar que en España “se quiere meter el miedo en el cuerpo a los que defendemos la libertad y la vida, el Estado de Derecho, la separación de poderes, la verdad de la Historia, la seguridad jurídica, la Constitución y el respeto a las instituciones”. Los invitados al acto, que llevaban media mañana escuchando las atrocidades de Putin en Ucrania o los excesos de Elon Musk en Estados Unidos, han puesto en el mejor de los casos cara de póquer ante tamaña denuncia.
Los conservadores británicos convocados este lunes bajo la solemnidad del Gran Salón del Guildhall, el edificio histórico que cobija siempre los actos más relevantes de la City londinense, venían avisados: el diario Daily Telegraph, patrocinador del evento y la Biblia de la derecha más recalcitrante y antieuropea de la isla, había presentado ya a la invitada estrella como “la Margaret Thatcher de Madrid”.
El Centro de Estudios Políticos, impulsado en su día por la “Dama de Hierro” y su ministro más leal, Keith Joseph (el creador del término “thatcherismo”) para promover las ideas de centroderecha, había anunciado a la presidenta de la Comunidad de Madrid como una de las principales intervenciones de la 25ª Conferencia Margaret Thatcher (MTC25, en sus siglas en inglés), que este año lleva por título Remaking Conservatism (Reconstruyendo el Conservadurismo).
El espejo de Thatcher refleja hoy una imagen más civilizada de la derecha que la que ofrecen Donald Trump en Estados Unidos, Javier Milei en Argentina, Víctor Orban en Hungría o incluso el populista Nigel Farage en el Reino Unido. Se notaba feliz a Díaz Ayuso, que echaba mano en su discurso de referentes de aquel neoconservadurismo que tenía entonces más claro quién era el enemigo. Ha proclamado su admiración por Ronald Reagan o Juan Pablo II, ha identificado “lo woke” [el modo en que se define peyorativamente el feminismo, el movimiento trans, o la lucha contra el cambio climático] con el comunismo de siempre, y ha intentado vender a la audiencia un “liberalismo a la española” construido con un cóctel heterodoxo que combinaba Grecia, Roma, “lo judeocristiano”, las Cortes de León, el Concilio de Trento, las Cortes de Cádiz y la Transición Española.
El problema del discurso de la presidenta madrileña es que las claves de su proclama se escapaban a muchos de los asistentes. Cuando les decía “van contra nosotros, contra nuestras familias, contra cualquiera que nos apoye. Es un aviso a cada uno de nosotros y a cualquiera que quiera meterse en política”, pocos entendían que hablaba de su hermano o de su novio, y les resultaba complicado imaginarse ese reino del terror en España que la invitada estaba describiendo. “Se llega al extremo de normalizar el crimen y criminalizar la vida normal. Es decir, quienes cometen los peores delitos son encumbrados y quienes los denuncian son los perseguidos”, insistía la presidenta, que no lograba arrancar un aplauso hasta el final de su intervención.
Los conservadores británicos viven hoy su propia crisis existencial. Han sido arrojados del poder, después de controlarlo durante quince años, y notan en su nuca el aliento de Reform UK, la derecha populista que impulsó en su día el Brexit y hoy propaga un discurso xenófobo y contrario a la inmigración que gana cada vez más adeptos entre los británicos, según señalan las encuestas.
Les atrae el triunfo de Trump, pero no sus extravagancias ni su acercamiento a Putin. Les chirría el histrionismo de Milei o sus recetas ultraliberales, y de Orban lo que más les gusta es su constante afán en debilitar la UE.
Ayuso ha querido venderles conceptos tan trillados como la libertad, la verdad, la responsabilidad, el valor y la alegría. Curiosamente, no ha tocado ninguno de los dos asuntos que hoy obsesionan y dividen a la derecha europea: la inmigración y la necesidad de rearme ante un Estados Unidos que los ha abandonado a su suerte. Escuchar a un líder español defender la legalidad y el respeto a la propiedad, por muy “Margaret Thatcher madrileña” que sea, resulta casi anodino para una tribu, la de los conservadores británicos, que está convencida de ser la inventora de esos conceptos.
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