Cómo navegar a través de la incertidumbre. Con esa frase tan corta como elocuente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) titula su último informe sobre perspectivas globales de crecimiento, en el que recorta su pronóstico para este año y el que viene y avisa de que las ansias proteccionistas están empujando la actividad mundial hacia un terreno minado con muchas aristas. España, pese a todo este torbellino, destaca en el sentido opuesto: es el país desarrollado que más crecerá, con un pronóstico mejorado en tres décimas para este año, hasta el 2,6%, en medio de una eurozona que arrastra los pies y que avanzará menos de lo previsto.
El organismo mejora tres décimas las previsiones de PIB para nuestro país hasta el 2,6% para este año, mientras que recorta el de la eurozona hasta el 1%
Cómo navegar a través de la incertidumbre. Con esa frase tan corta como elocuente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico titula su último informe sobre perspectivas globales de crecimiento, en el que recorta su pronóstico para este año y el que viene y avisa de que las ansias proteccionistas están empujando la actividad mundial hacia un terreno minado con muchas aristas. España, pese a todo este torbellino, destaca en el sentido opuesto: es el país desarrollado que más crecerá, con un pronóstico mejorado en tres décimas para este año, hasta el 2,6%, en medio de una eurozona que arrastra los pies y que avanzará menos de lo previsto.
La OCDE ha rebajado en dos décimas la previsión de crecimiento de la economía mundial, hasta el 3,2%, en un entorno de tensiones geopolíticas y comerciales que se han hecho cada vez más alarmante desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. El recorte ha sido de la misma magnitud para el bloque del G20 (que se apuntará un 3,3% en 2025) y de hasta tres décimas para la eurozona, que este 2025 apenas avanzará un 1%. España, en cambio, ve mejorar sus previsiones en tres décimas para 2025 y en una para 2026, ejercicio en el que se apuntará un 2,1% pese a la ralentización generalizada.
Canadá se tragará uno de los bocados más amargos. En pleno duelo comercial con EE UU, la OCDE ha recortado sus estimaciones de crecimiento en más de un punto, dejándolas en el 0,7% para este año. Washington también se verá castigada por las políticas erráticas de su mandatario y su impacto global, con una reducción en su crecimiento de dos décimas este año (hasta el 2,2%) y hasta medio punto el próximo (0,5%). México será el gran perdedor de las tensiones comerciales. Sus previsiones de crecimiento se reducen en dos puntos y medio para este año: su economía se contraerá un 1,3% en 2025, según el organismo, y un 0,6% en 2026.
En Europa tampoco la situación es halagüeña. Todas las grandes economías europeas, con la excepción de España, han sufrido un recorte en sus previsiones de crecimiento. Alemania, el gran motor de la actividad comunitaria que ha entrado en crisis existencial, con un sector industrial que antaño fue su pilar y que ahora no logra reflotar. De hecho, seguirá siendo el farolillo rojo del grupo. El organismo con sede en París vaticina que su economía seguirá en horas bajas y este año solo avanzará un anémico 0,4% —tres décimas por debajo de lo estimado en noviembre—. El año que viene lo hará un 1,1%, una décima menos de lo previsto.
Italia también está sufriendo los estragos de un panorama comercial cada vez más fragmentado e incierto. El club de los países ricos prevé que su PIB crecerá un tímido 0,7% este año, un recorte de dos décimas, y se quedará estancada en el 0,9% el próximo. Francia tampoco brillará por su desempeño, aunque es la economía grande del euro que ha sufrido los menores ajustes en los pronósticos: su actividad avanzará un 0,8% en 2025, un recorte de una décima con respecto a las previsiones de noviembre, y se mantendrá en el 1% previsto el próximo ejercicio.
“El crecimiento de la producción mundial se mantuvo resiliente en 2024, con sólidas expansiones en Estados Unidos y varias grandes economías emergentes, como China. Los indicadores recientes de actividad han comenzado a indicar un debilitamiento de las perspectivas de crecimiento mundial”, señala la OCDE, subrayando como la confianza empresarial y del consumidor se ha debilitado en algunos países, a la vez que los indicadores de incertidumbre en materia de política económica han repuntado en todo el mundo.
“Se han producido cambios significativos en las políticas comerciales que, de mantenerse, afectarían el crecimiento mundial y elevarían la inflación. Una mayor fragmentación de la economía global es una preocupación clave. Un aumento mayor y más amplio de las barreras comerciales afectaría el crecimiento a nivel mundial y aumentaría la inflación”, sentencia el organismo.
Inflación
Una de las otras caras de la moneda de la guerra comercial es el repunte de una inflación que todavía no estaba del todo domada. “Una inflación superior a la prevista impulsaría una política monetaria más restrictiva y podría dar lugar a una revalorización disruptiva de los precios en los mercados financieros”, destaca la OCDE.
El impacto de los aranceles sobre los precios puede ser particularmente incisivo en EE UU, donde la economía es más pujante que en Europa y se ha frenado la carrera de rebaja de tipos. En el Viejo Continente, la economía está estancada y la política monetaria ya ha emprendido el camino de las rebajas, pero inquieta el impacto de la llamarada proteccionista.
“Un entorno político más estable reduciría la incertidumbre, y los acuerdos que reduzcan los aranceles con respecto a los niveles actuales y las reformas estructurales más ambiciosas podrían impulsar el crecimiento. Un mayor gasto público en defensa también podría impulsar el crecimiento a corto plazo, pero potencialmente aumentaría las presiones fiscales a largo plazo”.
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