Llegó de penalti el gol de la Real y con la ayuda del VAR, que avisó al árbitro de que había una mano dentro del área de Bruno Fernandes. No había otra manera para un equipo que tenía la pelota pero no sabía muy bien qué hacer con ella.
El United, que tiene un penoso caminar por la Premier, aprovechó la planicie de la Real para imponer su juego. Especialmente en el comienzo de la segunda mitad, cuando equilibró la posesión y encontró en el contraataque la mejor manera de hacer daño a la Real.
Así llegó el gol de Zirkzee, en una carrera de Garnacho, que vio al holandés al borde en situación de hacer daño. Su disparo desde el borde del área iba muy centrado, pero a Remiro le tapaba Turrientes y no pudo reaccionar a tiempo para evitar el gol. Parecía el United un equipo mejor de lo que es, no la máquina que hace vulgares a futbolistas capaces de marcar la diferencia en otros sitios. Y la Real, uno cualquiera.
No tenía a Zubimendi el equipo de Imanol para marcar los tiempos. El centrocampista internacional estaba fuera de la convocatoria. Primero por lesión y después por una indisposición que no le permitió ni sentarse en el banquillo. Era Turrientes el que ocupaba ese lugar, un jugador de talento pero más acostumbrado a otras tareas menos posicionales.
El penalti, que se encargó de marcar Oyarzabal, marcó el inicio de un nuevo partido para la Real Sociedad. A partir de ahí fue capaz de crear las ocasiones que se le habían negado antes.
Avisó Brais Méndez desde fuera del área y respondió Onana. Y después llegó el turno de Becker y de Oskarsson. Los dos entraron en la segunda mitad, con las piernas frescas y el cerebro descansado. Y estuvieron muy cerca de hacer daño al Manchester United. Se entienden perfectamente los dos futbolistas a pesar de que no juegan demasiado tiempo juntos –tampoco separados–. Un centro de Becker desde la derecha estuvo cerca de empujarlo a gol Oskarsson, pero Yoro estuvo atento para molestar y forzó que el delantero de la Real acabara echándola fuera.
El Manchester United era un equipo cansado. No tenía mucho donde elegir Rubem Amorim, su entrenador. Recurrió a Eriksen y no hizo más cambios hasta el minuto 87. Oskarsson volvió a aprovechar su frescura para acercarse al gol, pero su remate se fue al lateral de la red. La Real terminó agradeciendo ese penalti que le cambió el ánimo y le da esperanzas para la vuelta.
No supo cómo hacer daño al Manchester United, que se puso por delante, hasta que Oyarzabal marcó desde los once metros
Llegó de penalti el gol de la Real y con la ayuda del VAR, que avisó al árbitro de que había una mano dentro del área de Bruno Fernandes. No había otra manera para un equipo que tenía la pelota pero no sabía muy bien qué hacer con ella.
El United, que tiene un penoso caminar por la Premier, aprovechó la planicie de la Real para imponer su juego. Especialmente en el comienzo de la segunda mitad, cuando equilibró la posesión y encontró en el contraataque la mejor manera de hacer daño a la Real.
Así llegó el gol de Zirkzee, en una carrera de Garnacho, que vio al holandés al borde en situación de hacer daño. Su disparo desde el borde del área iba muy centrado, pero a Remiro le tapaba Turrientes y no pudo reaccionar a tiempo para evitar el gol. Parecía el United un equipo mejor de lo que es, no la máquina que hace vulgares a futbolistas capaces de marcar la diferencia en otros sitios. Y la Real, uno cualquiera.
No tenía a Zubimendi el equipo de Imanol para marcar los tiempos. El centrocampista internacional estaba fuera de la convocatoria. Primero por lesión y después por una indisposición que no le permitió ni sentarse en el banquillo. Era Turrientes el que ocupaba ese lugar, un jugador de talento pero más acostumbrado a otras tareas menos posicionales.
El penalti, que se encargó de marcar Oyarzabal, marcó el inicio de un nuevo partido para la Real Sociedad. A partir de ahí fue capaz de crear las ocasiones que se le habían negado antes.
Avisó Brais Méndez desde fuera del área y respondió Onana. Y después llegó el turno de Becker y de Oskarsson. Los dos entraron en la segunda mitad, con las piernas frescas y el cerebro descansado. Y estuvieron muy cerca de hacer daño al Manchester United. Se entienden perfectamente los dos futbolistas a pesar de que no juegan demasiado tiempo juntos –tampoco separados–. Un centro de Becker desde la derecha estuvo cerca de empujarlo a gol Oskarsson, pero Yoro estuvo atento para molestar y forzó que el delantero de la Real acabara echándola fuera.
El Manchester United era un equipo cansado. No tenía mucho donde elegir Rubem Amorim, su entrenador. Recurrió a Eriksen y no hizo más cambios hasta el minuto 87. Oskarsson volvió a aprovechar su frescura para acercarse al gol, pero su remate se fue al lateral de la red. La Real terminó agradeciendo ese penalti que le cambió el ánimo y le da esperanzas para la vuelta.
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