El mercado inmobiliario se ha convertido en un callejón sin salida. Los precios disparados de compra y alquiler y una oferta cada vez más escasa están restringiendo el acceso a la vivienda para cada vez más ciudadanos, que ni tienen ahorros suficientes para embarcarse en una hipoteca ni tampoco ingresos para destinar a una renta que se comería el grueso de su salario. Este panorama sombrío está respaldado tanto por los datos como por el sentir pesimista de la sociedad: casi la mitad de los españoles, un 48,2%, percibe que hay ahora menos personas en su entorno cercano con capacidad para adquirir una vivienda respecto a hace seis meses; tan solo un 10,3% cree que hay más, de acuerdo con la segunda edición de la encuesta Termómetro 5D elaborada por 40dB. para CincoDías y EL PAÍS.
La mitad de los españoles, un 48,2%, cree que hay menos personas con capacidad para adquirir una vivienda que hace seis meses
El mercado inmobiliario se ha convertido en un callejón sin salida. Los precios disparados de compra y alquiler y una oferta cada vez más escasa están restringiendo el acceso a la vivienda para cada vez más ciudadanos, que ni tienen ahorros suficientes para embarcarse en una hipoteca ni tampoco ingresos para destinar a una renta que se comería el grueso de su salario. Este panorama sombrío está respaldado tanto por los datos como por el sentir pesimista de la sociedad: casi la mitad de los españoles, un 48,2%, percibe que hay ahora menos personas en su entorno cercano con capacidad para adquirir una vivienda respecto a hace seis meses; tan solo un 10,3% cree que hay más, de acuerdo con la segunda edición de la encuesta Termómetro 5D elaborada por 40dB. para CincoDías y EL PAÍS.

La situación es tan crítica que el malestar es transversal. Afecta a todas las clases sociales, edades y condiciones laborales, aunque la intensidad del desasosiego varía en función del segmento poblacional. Los mayores, por ejemplo, tienen una mirada aún más desesperanzada que los jóvenes. Solo un 5,6% de los encuestados de más 60 años (los boomers, nacidos entre 1946 y 1964, y la generación anterior, la silenciosa) siente que en su círculo social ha aumentado el número de personas con recursos suficientes para comprarse una casa, frente al 21,7% de los jóvenes de la Generación Z, de entre 18 y 28 años. El porcentaje es del 8,6% en el caso de la Generación X, nacidos entre 1965 y 1980, y del 14,6% para los millennials, de entre 29 y 44 años.

Esta instantánea puede resultar contradictoria, puesto que no coincide con los datos sobre riqueza inmobiliaria que alimentan el debate —cada vez más presente— sobre la supuesta brecha generacional: el 80% de los mayores de 65 años posee un inmueble, frente al 32% de los menores de 35 años, según la última Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España. Sin embargo, la paradoja es solo aparente, porque la perspectiva de la sociedad sobre el entorno económico, aún más cuando se trata de grandes magnitudes, se alimenta más de sensaciones, recuerdos y experiencias pasadas que de estadísticas y datos fácticos.
Bajo esta premisa, los jóvenes suelen ser más optimistas: tienen menos que perder, una vida por construir y están menos contaminados por el pasado. Aun así, hasta un 41,5% de la Generación Z —nacidos entre 1997 y 2012— afirma que hay ahora menos personas en su círculo con posibilidad de comprarse una vivienda que hace seis meses.

La foto es parecida si se mira desde un ángulo socioeconómico: un 12,4% de los encuestados perteneciente a la clase alta y medio-alta considera que en su círculo han aumentado las personas con capacidad para adquirir un inmueble con respecto al semestre anterior. El porcentaje es del 8,2% en el caso de la clase media y del 9,4% para la baja. Sin embargo, al mirar el reverso de la moneda —cuántos consideran que el número ha bajado—, la cifra supera el 40% en todos los estratos sociales. Asimismo, aunque hay algo más de optimismo en las grandes ciudades (11,3%) que en los pueblos grandes (9,4%), la visión negativa supera el 44% en todas las localidades.

Los datos no son para menos. El precio medio de vivienda ha superado los récords de la burbuja y ha alcanzado un máximo histórico en 2024, con 2.086 euros por metro cuadrado, según el Colegio de Registradores. El año pasado también se registró el mayor número de compraventas desde 2007, solo superado por la marca de 2022, cuando la demanda explotó tras meses y meses de contención forzada por la pandemia.
España también destaca en la comparación internacional: fue el segundo país de la eurozona donde la vivienda más se encareció el año pasado, un 11,4%. Este curso también ha arrancado con fuerza, sin dar señales de enfriamiento. El repunte de los precios inmobiliarios ha sido del 12,3% en el primer trimestre, un alza que más que duplica el promedio de la zona euro (5,4%).
La encuesta de 40dB., pionera en su género, pretende captar el estado de ánimo de la ciudadanía sobre su situación económica. Se basa en 6.000 entrevistas trimestrales —esta edición se refiere al periodo que va de abril a junio— centradas en cinco áreas: consumo, ahorro, inversión, desempleo y vivienda. A los entrevistados se les pregunta, con respecto a los tres primeros ámbitos, si adquirirán más o menos cantidad de productos y servicios en los seis meses futuros; en el caso de las dos segundas variables, cómo perciben la evolución del paro y del acceso a la vivienda en su entorno respecto al semestre anterior.
A cada dimensión se le asigna una puntuación de 0 a 100, donde cero refleja una percepción totalmente pesimista y cien una optimista. La vivienda obtiene la nota más baja: 31 puntos, que indica un pesimismo moderado —rango que va de 30 a 45 puntos—, al límite con el fuerte —de 30 para abajo—. Solo el mercado del trabajo se mueve en el mismo baremo, aunque con una calificación superior (42,9). Todos los demás ámbitos se mueven en una expectativa estable, así como el termómetro en su conjunto: el Índice 5D de clima económico, resultado de agrupar y ponderar las cinco dimensiones, alcanzó los 46,3 puntos entre abril y junio. Una calificación que indica prudencia, pero que solo está a poco más de un punto de caer en el pesimismo.
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