NoticiasenRed | Noticias en la nueva red internacional

NoticiasEnRed es una plataforma de noticias en línea dedicada a proporcionar información precisa y actualizada a nuestros lectores.

Meg O’Neill, la mujer que hace historia en la industria del petróleo

Meg O'Neill, próxima consejera delegada de BP.

Los estereotipos son útiles, solo algunas veces. Será una mujer, abiertamente homosexual, quien revierta de forma definitiva el giro verde que BP había intentado en los últimos años. Meg O’­Neill (Colorado, EE UU, 55 años) asumirá el cargo de consejera delegada en abril. Será la primera mujer en la historia en ponerse al frente de una de las cinco grandes petroleras del mundo, y la primera persona fichada desde fuera para dirigir la compañía en sus 115 años de historia.

Seguir leyendo

Deportista

Fuera del ámbito profesional, a Meg O’Neill siempre le ha gustado el deporte. Practica netball –una modalidad de baloncesto de origen británic– y es muy aficionada al golf.

 La próxima CEO de BP asumirá el cargo con la tarea de revertir las inversiones en energías renovables que la empresa había intentado en los últimos años  

Los estereotipos son útiles, solo algunas veces. Será una mujer, abiertamente homosexual, quien revierta de forma definitiva el giro verde que BP había intentado en los últimos años. Meg O’­Neill (Colorado, EE UU, 55 años) asumirá el cargo de consejera delegada en abril. Será la primera mujer en la historia en ponerse al frente de una de las cinco grandes petroleras del mundo, y la primera persona fichada desde fuera para dirigir la compañía en sus 115 años de historia.

O’Neill sustituye a Murray Auchincloss, que había asumido el puesto de forma interina tras la abrupta salida en 2023 de Bernard Looney, que dimitió tras reconocer falta de transparencia respecto a sus relaciones personales dentro de la empresa. Auchincloss abandonará la compañía y, hasta la llegada de O’Neill en abril, será Carol Howarth, vicepresidenta ejecutiva, quien ejerza como consejera delegada interina.

El relevo se produce en un momento de profunda reevaluación estratégica en BP. A comienzos de 2023, bajo la presión de unos resultados mediocres, la compañía recortó de forma significativa las inversiones previstas en energías renovables y anunció un giro hacia el refuerzo de su negocio tradicional de petróleo y gas. Sus rivales, Shell y la noruega Equinor, también han reducido sus planes para invertir en energía verde y el llamamiento del presidente Donald Trump, “drill, baby, drill” (perfora, nena, perfora), ha animado a las empresas a invertir en combustibles fósiles.

Es de esperar que O’Neill, por su trayectoria, se alinee con esta estrategia. Mientras BP luchaba por sostener su valoración en medio de una fallida estrategia verde, cambios en la cúpula y crecientes rumores sobre una posible adquisición, O’Neill lideraba la fusión de la petrolera australiana Woodside Energy con la división de crudo de la minera BHP.

O’Neill ha sido descrita como una persona dura y directa, alguien que no se anda con rodeos. Es abiertamente homosexual y está casada con Vicky Hayes, con quien tiene una hija adolescente. En una entrevista con The West Australian, contó que su proceso de salir del armario como mujer gay en la industria del petróleo tuvo “altibajos”: “Creo que es importante que, como mujer gay en un puesto de alta responsabilidad, sea visible para que los jóvenes queer puedan mirar y decir: “Mira, hay alguien como yo. Debería sentirme cómoda siendo quien soy en el trabajo”.

También ha recibido duras críticas por parte de activistas climáticos, incluida una protesta frente a su casa en Perth (Australia), donde los manifestantes intentaron dañar la valla y la puerta del garaje con pintura. “Esto no fue una protesta inofensiva”, declaró entonces. “Estaba diseñada para intimidarnos a mí, a mi pareja y a nuestra hija en nuestro propio hogar. Este tipo de actos por parte de extremistas deberían ser condenados por cualquiera que respete la ley”.

O’Neill se interesó por las ciencias desde joven, seguramente influida por su padre, que trabajaba como ingeniero en Bell Labs. Estudió en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), de Boston, donde se tituló en Ingeniería Química e Ingeniería Oceánica.

Al salir de la universidad, en 1994, se incorporó a ExxonMobil, en la que permaneció durante 23 años y en la que ocupó distintos cargos en varios países. Comenzó como ingeniera de campo en Houston y posteriormente trabajó como ingeniera de yacimientos en Nueva Orleans. Con el tiempo fue asumiendo responsabilidades internacionales de mayor peso. Lideró, por ejemplo, operaciones de gas natural licuado en Indonesia tras el tsunami de 2004; dirigió activos offshore en Canadá y fue country manager en Noruega, donde incluso tuvo que aprender el idioma local.

En 2016 alcanzó la alta dirección de ExxonMobil al ser nombrada asesora ejecutiva del entonces consejero delegado, Rex Tillerson. Ella misma ha contado que con él tuvo la oportunidad de observar de cerca un modelo de dirección centrado en los valores. Dos años después decidió abandonar la empresa para incorporarse a Woodside Petroleum, en Australia, atraída en parte por la posibilidad de participar de forma más directa en las grandes decisiones estratégicas de la compañía. Fue entonces cuando se trasladó a Perth junto a su esposa y su hija.

En Woodside comenzó gestionando operaciones y el desarrollo de proyectos en Australia y Senegal. Entre 2019 y 2021 fue ascendiendo a distintos puestos de responsabilidad, hasta ser nombrada CEO. Se convirtió así en una de las pocas mujeres al frente de una corporación del ASX20, el índice que agrupa a las veinte mayores cotizadas de Australia. Uno de los primeros cambios que introdujo fue una gestión más horizontal: mandó colocar un cartel en el que se leía “suban a vernos”, una invitación explícita a que los empleados accedieran a la planta ejecutiva. Según relatan antiguos compañeros, es una directiva especialmente accesible para el personal.

Uno de sus primeros grandes retos fue gestionar la fusión con la división petrolera de BHP, una operación valorada en torno a los 28.000 millones de dólares que duplicó el tamaño de Woodside y la situó entre las diez mayores petroleras independientes del mundo. Tras la operación, la compañía superó los 40.000 millones de dólares de capitalización bursátil.

O’Neill aprobó proyectos de gran envergadura. Entre ellos, una inversión de 7.200 millones de dólares para el desarrollo del yacimiento Trion, en aguas del golfo de México, y el aumento de la participación de Woodside en el consorcio de gas North West Shelf, con el objetivo de prolongar su vida útil durante varias décadas. En 2023, adquirió además la promotora de un proyecto de gas natural licuado en Luisiana. Su estrategia de crecimiento se ha caracterizado por una clara preferencia por “comprar barriles” en lugar de explorarlos. O’Neill ha señalado en varias ocasiones que Woodside prioriza la inversión en yacimientos ya existentes frente al desarrollo de proyectos desde cero.

Está claro que, por su trayectoria, por las operaciones que ha liderado y también por algunas de sus declaraciones, O’Neill encaja más con una visión clásica de la industria petrolera que con el giro verde que BP había intentado ensayar en los últimos años. Una visión que durante la última década pudo parecer desfasada, pero que hoy empieza a percibirse de nuevo como una apuesta pragmática, incluso inteligente.

Deportista

Fuera del ámbito profesional, a Meg O’Neill siempre le ha gustado el deporte. Practica netball –una modalidad de baloncesto de origen británic– y es muy aficionada al golf.

 Feed MRSS-S Noticias