El avión alcanza la pista de rodadura y se levanta. Despega a una velocidad de entre 240 y 280 kilómetros por segundo. En esta industria —según la casa de análisis Jefferies— la inteligencia artificial (IA) tiene un impacto limitado en la cabina. Las nuevas tecnologías nunca podrán reemplazar la toma de decisiones que permite la audición, la visión y el procesamiento de dos pilotos. En cambio, este software de IA se utiliza más para optimizar la programación de viajes, lo que ha provocado un aumento en el número de traslados de cuatro días. Los trayectos más cortos permiten una mayor flexibilidad.
Las enormes capacidades de las innovaciones de vanguardia ponen a prueba el sistema democrático
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El avión alcanza la pista de rodadura y se levanta. Despega a una velocidad de entre 240 y 280 kilómetros por segundo. En esta industria —según la casa de análisis Jefferies— la inteligencia artificial (IA) tiene un impacto limitado en la cabina. Las nuevas tecnologías nunca podrán reemplazar la toma de decisiones que permite la audición, la visión y el procesamiento de dos pilotos. En cambio, este software de IA se utiliza más para optimizar la programación de viajes, lo que ha provocado un aumento en el número de traslados de cuatro días. Los trayectos más cortos permiten una mayor flexibilidad.
Volar es una industria diferente. También lo debe creer Ferrán García Rigau, director de Data e IA en Iberia. Quizá volar sea solo para pájaros, pero en 2018 lanzaron el Centro de Excelencia de Datos e Inteligencia Artificial. Recopila y asegura la información que genera la aerolínea. Al año siguiente, empezaron pensado en la experiencia del cliente y la sostenibilidad con IA. Han creado un sistema llamado 360. Almacenan las 800 encuestas diarias que rellenan sus pasajeros y los datos internos de la compañía. “No trabajan con información que contenga datos personales”, asegura García Rigau. Andan dando vueltas también a la sostenibilidad, pero han creado más de 30 modelos de IA aplicados a todas sus áreas. Ahora un silencio. “La idea es empoderar a nuestros trabajadores en IA generativa, pero su función nunca es despedir empleados”, sostiene el responsable. Además facilita algunos procesos internos de trabajo. Pensamos en una tarea tan rutinaria como analizar los contratos.
Por ahora los pilotos y el mecánico de vuelo tienen nombres y apellidos. A principios de mes, Google desplegaba su modelo IA de búsqueda. La compañía es parte del problema para algunos y la solución para otros. Esta tecnología, describe Josetxo Soria Checa, mánager en Relaciones Institucionales y Políticas Públicas de Google Spain, sumaría en una década una oportunidad económica entre 100.000 y 120.000 millones de euros. Un 9% del PIB español. La IA generativa es una “opción maravillosa” para resolver retos sociales “y hacer la vida más fácil a las personas”, considera. De lo que nadie duda es que, o decide la ciudadanía, o las empresas lo harán por nosotros.
Las inversiones prosperan —de acuerdo con Goldman Sachs— como semillas aventadas contra el viento. Recordemos: desde principios de septiembre, OpenAI ha anunciado en Estados Unidos un acuerdo de 300.000 millones de dólares con Oracle; una inversión de 100.000 millones de Nvidia; una alianza estratégica con AMD para desplegar seis gigavatios (GW) en unidades de procesamiento gráfico (GPU en sus siglas en inglés) y un acuerdo con Broadcom para alcanzar 10 GW de chips de IA personalizados.

Soberanía pública
Tal vez sea la nota distinta del panel. Quizá alguien pensaría qué tiene que ver en él Sergio Vázquez Torrón, presidente de Ineco, firma pública de ingeniería que trabaja como consultora del Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana; pues quizá evitar que los párrafos sean una glosa injusta. “La IA cambiará la sociedad. No sabemos si destruirá empleo. Pero se abre el diálogo de qué significa la gobernanza de España”, describe. En el siglo XVII, a la idea de encontrar antepasados que no fueran judíos para prosperar, aunque se mintiera, se la llamaba jaboneo. Velázquez lo practicó. Reivindicó un tiempo lento. “La Administración es un servicio global, un servicio de prudencia; somos quienes tenemos más datos pero hay algo que jamás podemos hacer: equivocarnos”. En ese lado que ahora se llama dual (aplicaciones civiles y militares) se sienta Javier Muñoz Lagarón, director Global de Desarrollo de Soluciones en Indra Group. “Es un factor de cambio. Sin duda que una regulación fuerte ayuda. Hemos estado muy preocupados por la soberanía pública, pero tenemos que tener nuestras propias infraestructuras”, relata. “Esto no es una carrera”. Correr para alcanzar a China. Europa es la gran opción. “Resulta fundamental destacar las áreas en las que somos muy buenos: en IA, por ejemplo, tenemos la capacidad de sacar adelante grandes proyectos”, explica Ferrán García. La nación avanza con equilibrio territorial, tecnología y talento. Por cierto, Velázquez recurrió a Felipe IV para obtener la Orden de Santiago. Otro tipo de inteligencia.
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Sobre la firma

Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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