21 de mayo de 2025

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Robert Francis Prevost, León XIV, primer Papa norteamericano de la historia

Fumata blanca y un nombre: Robert Francis Prevost. No se ha hecho esperar demasiado y la chimenea instalada hace solo unos días en el techo de la Capilla Sixtina ha expulsado ese humo que tanto se ansiaba en la ciudad Estado más pequeña del mundo. Prevost, bajo el nombre León XIV, sucederá al rostro que ha dirigido la Iglesia católica desde aquel 13 de marzo de 2013, doce años en los que el papa Francisco ha ofrecido una línea más progresista dentro de la curia. Los 133 cardenales enclaustrados en la magistral capilla con ‘El Juicio Final’ de Miguel Ángel de fondo han llegado así a un acuerdo y el Vaticano ya cuenta con una nueva máxima autoridad y jefe de Estado.

«La Paz esté con todos vosotros, hermanos y hermanas (…) Este es el primer saludo del Cristo Resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por el rebaño de Dios». Estas han sido las primeras palabras del nuevo dirigente de la Iglesia Católica, ante las decenas de miles de feligreses que le aclamaban en la Plaza de San Pedro. «Quiero que este saludo de paz llegue hasta sus corazones, les alcance a sus familias, a todas las personas, donde quiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra», ha continuado.

León XIV ha aprovechado su primer discurso desde el balcón central para recordar a su antecesor, Francisco, sobre el que ha asegurado que aún se conserva en los oídos «esa voz débil, pero siempre valiente. Bendecía a Roma». Prevost ha dilucidado, así, su posible línea cotinuista respecto al argentino, al que ha dado las «gracias». «El mundo necesita de su luz. La humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada», ha añadido. 

Asimismo, ha querido recalcar que es «un hijo de San Agustín, Agustino» y ha optado por mandar «un saludo especial a la Iglesia de Roma». «Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo«, ha dicho para concluir su primer mensaje en otro de los idiomas que domina, el español: «A todos ustedes, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia y de todo el mundo: queremos ser una iglesia sinodal, una iglesia que camina, una iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que siempre busca estar cerca de quienes sufren».

León XIV, primer Papa estadounidense

El ahora pontífice nació en Chicago el 14 de septiembre de 1955, tiene doble nacionalidad peruano-estadounidense y, con 70 años, se ha convertido en el primer cardenal del país norteamericano en ser designado Papa en un contexto especialmente sensible debido a las relaciones diplomáticas internacionales tras la elección de Donald Trump en Washington. Ha vivido en el país latinoamericano más de 30 años, donde ha sido misionero. Además, posee sangre francesa e italiana por parte de padre, y española por parte de madre. 

El nuevo Papa, León XIV IMAGEN: El nuevo Papa, León XIV. EFE

Hasta ahora, ningún cardenal había conseguido los 89 votos necesarios para acceder al cargo de Sumo Pontífice, aunque era lo previsible, ya que la primera votación suele ser la toma de contacto para medir los respaldos con los que contaba cada candidato. De hecho, no son los muros del Palacio Apostólico los que recogen los movimientos más determinantes para la elección del nuevo Papa, sino que el comedor de la Casa o Residencia de Santa Marta es el escenario real donde los electores mueven sus hilos y relaciones para tratar de llegar a un resultado. Un hermético lugar en el que, además, están aislados de cualquier contacto con el exterior.

En este proceso, las siguientes dos votaciones tampoco suelen ser concluyentes, al menos en los últimos 150 años. Ningún jefe del Estado Vaticano ha sido elegido en el primer ni segundo escrutinio, pero todo apuntaba que la votación no se iba a demorar demasiado, a tenor del contexto geopolítico global. La curia no tenía intención de sembrar mayor incertidumbre en una escena en la que las guerras se suceden y los líderes políticos mundiales están dando demasiados titulares que provocan la volatilidad de la economía y los mercados. La Iglesia católica no quería formar parte de ello y, por ende, se ha puesto de acuerdo a corto plazo.

Primera jornada incierta

El predecesor del elegido este jueves, cuyo nombre era Jorge Mario Bergoglio, necesitó cinco escrutinios para ser designado Papa. Antes que él, Benedicto XVI fue elegido en una cuarta votación -el segundo día-, mientras que San Juan Pablo II necesitó hasta ocho citas con la ‘urna’ vaticana.

La Plaza de San Pedro IMAGEN: La Plaza de San Pedro. EFE

En esta ocasión, la elección del nuevo líder de la Iglesia se ha producido tras una primera e incierta jornada en la Capilla Sixtina que concluyó con una fumata negra, pero que tardó más de lo esperado. Esto desató todas las hipótesis, hasta se planteó que había salido un elegido y que no se encontraba entre los cardenales presentes en la escena -no electores pero sí candidatos-. Este supuesto implica tener que acudir a buscar al elegido a donde se encuentre, preguntarle si acepta y regresar a la Sala de las Lágrimas.

También se llegó a plantear que alguien había conseguido los votos necesarios, pero había declinado el puesto. Pronto se supo que nada de eso había ocurrido, sino que el cardenal Raniero Cantalamessa se extendió más de lo esperado en su intervención.

Los expertos consideraban que el segundo día era clave, en el que se cumplirían, a priori, cuatro votaciones, ya que, si el proceso se alargaba hasta el sexto escrutinio, la elección sí que podía complicarse. La segunda jornada del cónclave era crucial, ya que en la tercera votación los electores dejan de votar a sus primeras preferencias y empiezan a centrarse en los que cuentan con más opciones. En concreto, optan por uno de los dos candidatos con más respaldos hasta el momento. 

Cardenales en la Basílica de San Pedro. IMAGEN: Cardenales en la Basílica de San Pedro. EFE

El interés por el Vaticano

Pero, finalmente, ha habido una elección para pontífice, una designación que cuenta con un ritual. Tras la votación por parte de dos tercios de la Capilla Sixtina, el elegido debía aceptar el nuevo cargo y elegir un nombre como Papa. Solo entonces, se visulmbra la fumata blanca. Así ha sido, pero los más de 40.000 feligreses presentes en la Plaza de San Pedro -y los millones de personas siguiendo el evento vía ‘streaming’- aún desconocían la identidad de la máxima autoridad del Vaticano. El nuevo Papa era invitado a la Sala de las Lágrimas, donde le esperaba la vestimenta -de distintas tallas, así como multitud de cajas de zapatos-. Allí reza y se prepara antes de salir ante la multitud, a la que dirigirá unas palabras y hará la bendición ‘urbi et orbi’. Ahora sí, mostrando al mundo quién vestirá el hábito pontífice.

Feligreses en la Plaza de San Pedro (Vaticano) IMAGEN: Feligreses en la Plaza de San Pedro (Vaticano). EFE

Desde este miércoles, el Vaticano ha vuelto a plasmar el ingente poder que aún posee, al menos mediático y de capacidad de suscitar interés. Ha desplegado su potente aparato mediático para seguir el cónclave, con recursos que van desde las numerosas cámaras hasta los drones y las enormes pantallas instaladas en las inmediaciones que obtienen toda la atención de los feligreses. Como si de cine se tratase, la ciudad Estado más pequeña del mundo y la única teocracia de Europa ha filmado y mostrado al mundo un proceso que data de hace siglos

 El ahora pontífice nació en Chicago, tiene doble nacionalidad peruano-estadounidense y, con 70 años, posee sangre francesa e italiana y española  

Fumata blanca. No se ha hecho esperar demasiado y la chimenea instalada solo hace unos días en el techo de la Capilla Sixtina ha expulsado ese humo que tanto se ansiaba en la ciudad Estado más pequeña del mundo. Aún se desconoce el nombre que sucederá al rostro que ha liderado la Iglesia católica desde aquel 13 de marzo de 2013, doce años en los que el papa Francisco ha ofrecido una línea más progresista dentro de la curia. Sin embargo, los 133 cardenales enclaustrados en la magistral capilla con ‘El Juicio Final’ de Miguel Ángel de fondo sí han llegado a un acuerdo y el Vaticano ya cuenta con una nueva máxima autoridad y jefe de Estado.

Hasta ahora, ningún cardenal había conseguido los 89 votos necesarios para acceder al cargo de Sumo Pontífice, aunque era lo previsible, ya que la primera votación suele ser la toma de contacto para medir los respaldos con los que contaba cada candidato. De hecho, no son los muros del Palacio Apostólico los que recogen los movimientos más determinantes para la elección del nuevo Papa, sino que el comedor de la Casa o Residencia de Santa Marta es el escenario real donde los electores mueven sus hilos y relaciones para tratar de llegar a un resultado. Un hermético lugar en el que, además, están asilados de cualquier contacto con el exterior.

En este proceso, las siguientes dos votaciones tampoco suelen ser concluyentes, al menos en los últimos 150 años. Ningún jefe del Estado Vaticano ha sido elegido en el primer ni segundo escrutinio, pero todo apuntaba que la votación no se iba a demorar demasiado, a tenor del contexto geopolítico global. La curia no tenía intención de sembrar mayor incertidumbre en una escena en la que las guerras se suceden y los líderes políticos mundiales están dando demasiados titulares que provocan la volatilidad de la economía y los mercados. La Iglesia católica no quería formar parte de ello y, por ende, se ha puesto de acuerdo a corto plazo. 

El predecesor del elegido este jueves, cuyo nombre era Jorge Mario Bergoglio, necesitó cinco escrutinios para ser designado Papa. Antes que él, Benedicto XVI fue elegido en una cuarta votación -el segundo día-, mientras que San Juan Pablo II necesitó hasta ocho citas con la ‘urna’ vaticana.

Un feligrés en la Plaza de San Pedro (Vaticano) IMAGEN: Un feligrés en la Plaza de San Pedro (Vaticano). EFE

En esta ocasión, la elección del nuevo líder de la Iglesia se ha producido tras una primera e incierta jornada en la Capilla Sixtina que concluyó con una fumata negra, pero que tardó más de lo esperado. Esto desató todas las hipótesis, hasta se planteó que había salido un elegido y que no se encontraba entre los cardenales presentes en la escena -no electores pero sí candidatos-. Este supuesto implica tener que acudir a buscar al elegido a donde se encuentre, preguntarle si acepta y regresar a la Sala de las Lágrimas.

También se llegó a plantear que alguien había conseguido los votos necesarios, pero había declinado el puesto. Pronto se supo que nada de eso había ocurrido, sino que el cardenal Raniero Cantalamessa se extendió más de lo esperado en su intervención.

Los expertos consideraban que el segundo día era clave, en el que se cumplirían, a priori, cuatro votaciones, ya que, si el proceso se alargaba hasta el sexto escrutinio, la elección sí que podía complicarse. La segunda jornada del cónclave era crucial, ya que en la tercera votación los electores dejan de votar a sus primeras preferencias y empiezan a centrarse en los que cuentan con más opciones. En concreto, optan por uno de los dos candidatos con más respaldos hasta el momento. 

Cardenales en la Basílica de San Pedro. IMAGEN: Cardenales en la Basílica de San Pedro. EFE


Pero, finalmente, ha habido una elección para pontífice, una designación que cuenta con un ritual. Tras la votación por parte de dos tercios de la Capilla Sixtina, el elegido debía aceptar el nuevo cargo y elegir un nombre como Papa. Solo entonces, se visulmbra la fumata blanca. Así ha sido, pero los más de 40.000 feligreses presentes en la Plaza de San Pedro -y los millones de personas siguiendo el evento vía ‘streaming’- aún desconocían la identidad de la máxima autoridad del Vaticano. El nuevo Papa era invitado a la Sala de las Lágrimas, donde le esperaba la vestimenta -de distintas tallas, así como multitud de cajas de zapatos-. Allí reza y se prepara antes de salir ante la multitud, a la que dirigirá unas palabras y hará la bendición ‘urbi et orbi’. Ahora sí, mostrando al mundo quién vestirá el hábito pontífice.

Feligreses en la Plaza de San Pedro (Vaticano) IMAGEN: Feligreses en la Plaza de San Pedro (Vaticano). EFE

Desde este miércoles, el Vaticano ha vuelto a plasmar el ingente poder que aún posee, al menos mediático y de capacidad de suscitar interés. Ha desplegado su potente aparato mediático para seguir el cónclave, con recursos que van desde las numerosas cámaras hasta los drones y las enormes pantallas instaladas en las inmediaciones que obtienen toda la atención de los feligreses. Como si de cine se tratase, la ciudad Estado más pequeña del mundo y la única teocracia de Europa ha filmado y mostrado al mundo un proceso que data de hace siglos

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