La comunidad científica reunida en la I Conferencia de Expertos en Cambio Climático y Territorio en el Mediterráneo Ibérico, que ha comenzado este jueves en la Universitat de València (UV), ha recomendado la creación de un observatorio del cambio climático y riesgos meteorológicos del Mediterráneo español, con sede en la Comunidad Valenciana y que integre a Cataluña, Murcia, Andalucía y Baleares, para monitorizar la emergencia climática porque, según se ha expuesto, sean o no más frecuentes, las danas serán potencialmente más destructivas. Hay unanimidad entre los expertos sobre concienciar a la población de los riesgos del espacio físico que habitan e instruirlos para que se protejan con simulacros ante posibles inundaciones.
La comunidad científica recomienda un observatorio en el Mediterráneo español que monitorice el cambio climático y sus riesgos y sensibilizar a la población del peligro
La comunidad científica reunida en la I Conferencia de Expertos en Cambio Climático y Territorio en el Mediterráneo Ibérico, que ha comenzado este jueves en la Universitat de València (UV), ha recomendado la creación de un observatorio del cambio climático y riesgos meteorológicos del Mediterráneo español, con sede en la Comunidad Valenciana y que integre a Cataluña, Murcia, Andalucía y Baleares, para monitorizar la emergencia climática porque, según se ha expuesto, sean o no más frecuentes, las danas serán potencialmente más destructivas. Hay unanimidad entre los expertos sobre concienciar a la población de los riesgos del espacio físico que habitan e instruirlos para que se protejan con simulacros ante posibles inundaciones.
El catedrático de Geografía Física de la Universitat de Barcelona Javier Martín Vide ha introducido al auditorio en los grandes desafíos que entraña el cambio climático, que no es solo un problema ambiental sino un problema de modelo económico consumista y basado todavía, desde el punto de vista energético, en los combustibles fósiles. “El planeta se nos ha hecho pequeño por nuestra capacidad de desplazamiento, por la globalización, y ya vivimos en él más de 8.000 millones de habitantes que consumimos cada día un volumen enorme de recursos y producimos muchos residuos”, ha descrito.
En este contexto, Martín Vide —que lidera una investigación junto a Roberto Serrano, Miquel Grimalt, María José López, María José Estrela y Samira Khodayar— ha descrito la dana del pasado 29 de octubre como un episodio excepcional en el que se ha batido la máxima intensidad pluviométrica en una hora, con valores récord en España. “Oímos continuamente que las danas son más frecuentes que décadas atrás. Yo no estoy tan seguro pero de lo que sí lo estamos los expertos es de que “cuando llegue será potencialmente más destructiva porque tenemos más energía confinada en la superficie”.
Según el investigador, cada vez hay más certeza de que la causa del cambio climático es antrópica y que la acción humana está tras el calentamiento global y la cuenca mediterránea es particularmente sensible y crítica. “A veces los políticos se aferran a que siempre ha habido episodios meteorológicos extremos, y es cierto, pero hay que añadir algo fundamental que la ciencia ha demostrado y es que son más frecuentes, más intensos, más severos en gran parte del planeta”, ha enfatizado el experto.
Martín Vide ha insistido en la importancia de la gestión y la ordenación del territorio porque durante una dana tan destructiva como la vivida en octubre había una población, muy vulnerable y un territorio muy expuesto, “con una pésima gestión y ordenación del mismo”, de ahí que sea imprescindible hacer más comprensible el riesgo a la sociedad “porque su ocultación lo aumenta”.
El catedrático también ha considerado fundamental que los poderes públicos refuercen la atención y la ayuda rápida ante situaciones de emergencias, así como que se repasen y se refuercen los sistemas de alertas y los protocolos de actuación. “Debe instruirse a la población en conocimiento geográfico y autoprotección”, ha considerado Martín Vide, que recomienda además los simulacros ante lluvias torrenciales e inundaciones, como se realizan en otros territorios como Japón.
El experto ha advertido de nuevos riesgos para la sociedad como son las olas de calor, con cada vez más noches tropicales y tórridas al año por el ascenso de las temperaturas; de hecho, esas olas son dos veces más frecuentes en lo que llevamos de siglo que las que se padecían a finales del pasado, según Aemet. “El calor mata”, ha afirmado Martín, que ha propuesto una serie de medidas para amortiguar los efectos del calor como reverdecer las ciudades, más suelo urbano permeable, crear una red de refugios climáticos o mejorar el aislamiento de las viviendas.
La catedrática de Geografía Humana de la UV Ana Camarasa ha incidido en que la lluvia es a la vez un recurso y un riesgo. “Cuanto más intensa es la lluvia, más corto es el tiempo de respuesta de la cuenca y de la población para poner medidas de emergencia y protegerse”, ha comentado. El cambio climático, ha defendido la investigadora, “nos empuja del recurso al riesgo” por lo que hay que aumentar la pedagogía social sobre la intensificación del cambio climático porque la ciudadanía es agente y víctima a la vez. “Tiene que saber a lo que se enfrenta y aumentar la corresponsabilidad ciudadana. Y este mensaje tiene que caer en un campo cultivado porque si no los ciudadanos no lo aceptaran”, ha afirmado.
Los barrancos, grandes desconocidos
Camarasa ha pedido más estudio y seguimiento de las ramblas y cauces secos en el Mediterráneo, “donde son abundantes pero no se les presta la atención suficiente y tenemos que aumentar nuestro conocimiento sobre ellos”. En ese sentido, la geógrafa considera importante disponer de datos online “porque la rambla actúa muy rápido” y con esa información desarrollar métodos de prevención. El barranco del Poyo, ha recordado, tenía un medidor de caudal que controlaba 185 kilómetros cuadrados del cauce, en la cabecera sobre todo, cuando tiene una superficie de 460 kilómetros cuadrados. “Prevenir implica conocer y es importante además integrar las alertas meteorológicas con las hidrológicas y ajustarlas a su espacio temporal“, ha incidido.
La investigadora ha apostado por recuperar el equilibro “imitando a la naturaleza siempre que sea posible porque sabe más que nosotros y cuando la imitamos, es más efectivo”. Ha insistido en que las soluciones constructivas y de infraestructuras deben ser compatibles con el flujo del agua por lo que “tenemos que ampliar el territorio de movilidad fluvial” para evitar unos efectos tan desastrosos”.
En la apertura de la conferencia, antes de los debates, la rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre, ha puesto en valor el conocimiento científico y su utilidad como guía de actuación para los políticos, sobre todo después de catástrofes como la dana de octubre. “Es importante hacer ciencia pero también que se escuche y se actúe en consecuencia”, ha subrayado.
Joan Romero, catedrático emérito de Geografía Humana y codirector del congreso, ha agregado que la comunidad científica “está moralmente obligada” a hacer una llamada a la sociedad sobre los efectos del cambio climático en el Mediterráneo, y ha anunciado que las recomendaciones y conclusiones que se extraigan del congreso se remitirán a las comunidades autónomas de Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Murcia y Baleares, así como al Congreso de los Diputados y el Senado.
“A veces las catástrofes nos permiten subir un peldaño y espero que se escuche con más atención el trabajo de los expertos de los efectos del cambio climático sobre el territorio”, ha defendido Romero, que confía en que esta conferencia tenga su continuidad dentro de dos años ya no en el Mediterráneo ibérico sino en otros países”.
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