El pleno del Ayuntamiento de Alhaurín el Grande (Málaga, 27.647 habitantes) ha aprobado este viernes la modificación del nombre de una de sus pedanías. Villafranco del Guadalhorce pasará a llamarse “Villa del Guadalhorce” en una decisión que, según el Consistorio, responde al cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática y “tiene como objetivo eliminar referencias vinculadas al régimen franquista en la toponimia del municipio”. El acuerdo se ha tomado por mayoría absoluta gracias a los votos del PSOE, Izquierda Unida y la formación 100% Alhaurín, que ostenta la alcaldía. Tanto el PP como Vox han votado en contra. La localidad se suma así a los cambios que han vivido ya Guadiana (Badajoz), Alberche (Toledo) o Isla Mayor (Sevilla). El de la pedanía era el último topónimo de una localidad relacionado con Franco que quedaba en Andalucía.
El pueblo malagueño, el último de Andalucía con una denominación franquista, se llamará “Villa del Guadalhorce” para cumplir la Ley de Memoria Democrática
El pueblo malagueño, el último de Andalucía con una denominación franquista, se llamará “Villa del Guadalhorce” para cumplir la Ley de Memoria Democrática


El pleno del Ayuntamiento de Alhaurín el Grande (Málaga, 27.647 habitantes) ha aprobado este viernes la modificación del nombre de una de sus pedanías. Villafranco del Guadalhorce pasará a llamarse “Villa del Guadalhorce” en una decisión que, según el Consistorio, responde al cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática y “tiene como objetivo eliminar referencias vinculadas al régimen franquista en la toponimia del municipio”. El acuerdo se ha tomado por mayoría absoluta gracias a los votos del PSOE, Izquierda Unida y la formación 100% Alhaurín, que ostenta la alcaldía. Tanto el PP como Vox han votado en contra. La localidad se suma así a los cambios que han vivido ya Guadiana (Badajoz), Alberche (Toledo) o Isla Mayor (Sevilla). El de la pedanía era el último topónimo de una localidad relacionado con Franco que quedaba en Andalucía.
Villafranco del Guadalhorce nació a finales de los años 60 como una de las numerosas iniciativas para la repoblación agrícola impulsadas por el Instituto Nacional de Colonización del franquismo. La docena de familias que se instaló en el lugar recibió a cambio una casa y una parcela. Poco a poco fueron llegando más habitantes —la mayoría de cortijos y pueblos de alrededor—, que hoy suman cerca de un millar de vecinos, separados unos siete kilómetros al norte del casco urbano de Alhaurín el Grande. En los últimos años la polémica ha rodeado a la denominación de esta pedanía, que tomó fuerza primero tras la aprobación de la Ley andaluza de Memoria Democrática en marzo de 2017 —aunque en la actualidad está congelada— y más aún tras la llegada posterior de la Ley de Memoria Democrática, ya en octubre de 2022.

Entonces gobernaba el Partido Popular en el municipio alhaurino y su alcaldesa en aquellos años, Toñi Ledesma, aseguró que no creía que el nombre de la localidad exaltara al dictador, pero también que no tenían “ningún inconveniente en cambiarlo”, según recoge Málaga hoy. El asunto, sin embargo, tomó carrerilla a partir de las últimas elecciones municipales, las de 2023, cuando Anthony Bermúdez, de la formación 100% Alhaurín, se hizo con la alcaldía tras llegar a un pacto con PSOE e Izquierda Unida.
El equipo de Gobierno empezó entonces a plantear el cambio de nombre y la pasada primavera el Consistorio arrancó el proceso para la modificación del nombre. También convocó asambleas para escuchar a los vecinos y decidir entre alguna de las denominaciones propuestas: “Pueblo Nuevo”, “Villanueva del Guadalhorce” y “Villa del Guadalhorce”. Esta última ha sido la elegida en el pleno municipal celebrado a primera hora de este viernes, tras la iniciativa impulsada por el Área de Memoria Democrática, coordinada por la concejala de IU Ana Belén Ordóñez.
“La medida se alinea con lo establecido por la normativa estatal en materia de memoria, que obliga a las administraciones públicas a retirar elementos o nombres que supongan exaltación de la dictadura”, han explicado desde el consistorio alhaurino, donde explican que este es un primer paso. Con él arranca un procedimiento administrativo que, tras su aprobación, permitirá incluir la nueva denominación en el nomenclátor oficial del municipio. Entonces “se procederá a su actualización en señalética, documentación y registros institucionales”.
La iniciativa ha contado con los votos en contra del Partido Popular y Vox, ambas formaciones en la oposición. “La voz de los vecinos, sus preocupaciones y su identidad han sido elegantemente ignoradas en favor de una decisión que pasará a la historia… por todo lo que no representa”, han subrayado los populares en un comunicado cargado de ironía. “¿Para qué atender necesidades reales si puedes cambiar un nombre?”, indicaba el texto. “¿Falta agua en verano? ¿Falta de inversiones? ¿Falta de servicios? Eso es secundario. Hoy, Villafranco ya no se llama Villafranco. Y con eso, el equipo de gobierno puede darse una palmadita en la espalda y convencerse de que ha hecho historia”, insistía. Mientras, la formación de ultraderecha ya avisó hace un año del sentido de su parecer. “Empiezan cambiándole el nombre a Villafranco y acaban obligándonos a comer insectos”, decía su portavoz en Alhaurín el Grande, Antonio Jesús Fernández, que subrayaba que la nueva denominación suponía “un tremendo trastorno en cuestiones administrativas” y también “una pérdida de identidad”. Esta primavera, insistía: “la única motivación es la satisfacción personal de la concejal de Memoria Democrática y del equipo de gobierno, que prefieren reescribir nombres en lugar de resolver los verdaderos problemas del municipio”, concluía.
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Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario ‘Málaga Hoy’. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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